LA EXPANSIÓN DEMOGRÁFICA SIGLO XVI
TEMA 1. LA EXPANSIÓN DEMOGRÁFICA EN EL SIGLO XVI
ESQUEMA:
- 1. FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LA POBLACIÓN
- Recuentos de población – vecindarios
- Registros sacramentales
- Textos contemporáneos
- 2. VOLUMEN Y DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN EUROPEA
- Siglo XV: Prolongación terribles efectos de la crisis del S.XIV por la Peste Negra
- Desaparición núcleos rurales
- Ralentización actividad económica
- Siglo XVI:
- Entre 1500 y 1575: Crecimiento de la población y recuperación económica
- Mayor natalidad
- Reducción de edad acceso al matrimonio
- Prolongación del periodo de fecundidad
- Incremento esperanza de vida
- Mejora en las condiciones alimenticias
- Mayor bondad climática en el Norte y Noreste europeo
- Aumento del poder civil con mayor capacidad para afrontar dificultades
- Transformaciones religiosas
- Exclaustración de gran número de hombres y mujeres
- Abandono de la idea del celibato como estado virtuoso
- Fomento de la idea de incrementar la procreación en el matrimonio
- Contexto político favorable
- Ausencia de grandes conflictos bélicos
- No se destruyeron cosechas
- No hubo saqueos
- No se propagaron enfermedades a través de las tropas
- Ausencia de grandes conflictos bélicos
- Mayor natalidad
- Entre 1575 y 1600: Estancamiento e inversión de las condiciones ventajosas
- Repetidos años de malas cosechas
- Cambio climático («Pequeña edad glaciar»)
- Subidas bruscas de los precios del cereal
- Carestía y crisis de abastecimiento
- Hambre y miseria: crecimiento del número de vagabundos y propagación de epidemias
- Peste bubónica en ciudades (costa mediterránea 1575 y 1578)
- Peste atlántica (1597-1603)
- Aumento de contiendas bélicas
- Repetidos años de malas cosechas
- Entre 1500 y 1575: Crecimiento de la población y recuperación económica
- Distribución de la población europea: Gran desigualdad
- Francia:
- La nación más poblada de Europa
- Crecimiento bajo y desigual
- Región parisina y sur: gran dinamismo
- Oeste y norte: incremento moderado
- Rusia:
- Fuerte crecimiento por la colonización de nuevos territorios
- Alemania: cierta controversia en las estimaciones
- Países mediterráneos: rápido crecimiento primera mitad s.XVI y rápido retroceso posterior
- Italia: Contrastes regionales
- Norte: escenario de constantes conflictos armados. Incremento moderado
- Nápoles: Gran crecimiento que se estancó a finales siglo XVI
- España: Castilla presentó la mayor población y fue responsable repoblación del Nuevo Mundo
- Italia: Contrastes regionales
- Norte de Europa: Crecimiento equilibrado y constante:
- Inglaterra: Situación privilegiada, su crecimiento sobrepasó el siglo XVI
- Países Bajos: Espectacular progresión
- Francia:
- Densidad de población:
- Regiones con mayor densidad de población: Londres, Flandes, París, Valles del Rín y Danubio
- Centros de importancia actividad económica
- Gran crecimiento de las ciudades
- Regiones con menor densidad:
- Terrenos montañosos
- Países Escandinavos
- Este de Europa
- Regiones con mayor densidad de población: Londres, Flandes, París, Valles del Rín y Danubio
- Siglo XV: Prolongación terribles efectos de la crisis del S.XIV por la Peste Negra
- 3. CARACTERÍSTICAS DE LA DEMOGRAFÍA «ANTIGUA»
- 3.1. Mortalidad:
- Mortalidad ordinaria: muy elevada (28 – 38 p.m.)
- Múltiples causas:
- Economía agraria con escaso desarrollo técnico
- Reparto de riqueza muy desigual
- Falta de higiene
- Medicina poco desarrollada
- Mortalidad infantil altísima: (250 p.m.)
- Endógena: malformaciones congénitas, taras hereditarias…
- Deficiente alimentación de las madres
- Precarias condiciones higiénicas en los partos
- Exógena: afecciones gastrointestinales, enfermedades infantiles
- Ingestión aguas contaminadas o alimentos en mal estado
- Endógena: malformaciones congénitas, taras hereditarias…
- Múltiples causas:
- Crisis demográficas (Sobremortalidades):
- La guerra: Principal causa de las crisis demográficas
- Consecuencias directas
- Consecuencias indirectas:
- Difusión enfermedades a través de las tropas
- Saqueo y pillaje
- El hambre:
- Causantes de las hambrunas:
- Accidentes meteorológicos: sequías, lluvias excesivas
- Subida de precios del cereal
- Consecuencias:
- Impulsaba a ingerir alimentos en mal estado
- Incremento de enfermedades gastrointestinales
- Aumento de número de mendigos y vagabundos: propagación de epidemias
- Causantes de las hambrunas:
- La Peste:
- Epidemia más temida por su mortandad
- Medicina totalmente ineficaz
- Mejora en las medidas preventivas y cordones sanitarios
- Erradicación de la enfermedad en el Siglo XVIII sin conocerse su causa
- La guerra: Principal causa de las crisis demográficas
- Mortalidad ordinaria: muy elevada (28 – 38 p.m.)
- 3.2. Natalidad y nupcialidad:
- Natalidad muy elevada (35 – 45 p.m.)
- Regulación natalidad:
- Factores biológicos y sociales:
- Europa noroccidental (con tasas de mortalidad algo menores):
- Edad de acceso al matrimonio tardío
- Celibato definitivo elevado
- Modelo de familia nuclear
- Europa mediterránea (con tasas de mortalidad superiores)
- Edad de acceso al matrimonio temprano
- Celibato definitivo bajo
- Modelo de familia compleja
- Europa noroccidental (con tasas de mortalidad algo menores):
- Factores religiosos:
- Condena moral de nacimientos ilegítimos
- Periodos de abstinencia (cuaresma)
- Factores biológicos y sociales:
- 3.1. Mortalidad:
- 4. MOVIMIENTOS MIGRATORIOS
- Migraciones estacionales
- Ganadería trashumante
- Canteros
- Grupos de vida nómada (gitanos…)
- Movimientos migratorios forzados
- España:
- 1492 – Expulsión de los judíos
- 1609 – Expulsión de los moriscos
- España:
- Migraciones estructurales
- Del campo a la ciudad
- Migraciones coloniales
- América – españoles y portugueses
- Migraciones estacionales
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TEMA 1. LA EXPANSIÓN DEMOGRÁFICA EN EL SIGLO XVI
El siglo XVI se caracterizó por un incremento de la población europea y por un notable desarrollo de las ciudades. A pesar de las dificultades de determinar cuantitativamente este incremento, los datos parecen confirmar que la dinámica de los siglos modernos se ajustó al modelo demográfico antiguo, con una tasa de natalidad y mortalidad elevada.
La alta mortalidad estaba causada por diversos factores como una economía agraria anticuada, una mala nutrición de gran parte de la población y una falta de higiene que favorecía la transmisión de enfermedades infecciosas.
La alta tasa de natalidad y nupcialidad contrarrestó la tasa de mortalidad permitiendo un crecimiento vegetativo débil que se mantuvo hasta la década de 1560. En el último cuarto del siglo XVI, sin embargo, el crecimiento se estancó, llegando a observarse claros signos de retroceso en algunas regiones como consecuencia de la inflación del precio del cereal tras una sucesión de malas cosechas.
La población europea se distribuía de manera muy desigual con territorios más densamente poblados (Francia, Italia, valles del Rín y del Danubio), frente a otros menos habitados (países escandinavos). Las ciudades experimentaron un gran auge llegando a crecer de manera desmesurada en algunos casos.
1. Fuentes para el estudio de la población. El problema de las cifras
El estudio de las poblaciones del pasado es el objeto de la demografía histórica, que ante la falta de fuentes adecuadas utiliza datos no estrictamente demográficos pero sí susceptibles de tratamiento estadístico. Las fuentes de carácter indirecto empleadas por los historiadores son diversas:
- Recuentos de población: vecindarios que detallan el volumen y la distribución de los efectivos en un momento dado y que se elaboraron con una intención fiscal. Se trata por tanto de datos poco fiables puesto que, probablemente, se intentase falsear el número de vecinos para disminuir la tributación. Además, aquellos que estuviesen exentos de imposición fiscal quedaban sin registrar (nobles, cleros, vagabundos…).
- Registros sacramentales: tras el Concilio de Trento se impone la obligatoriedad entre los católicos de registrar los datos de bautismo, comuniones, confirmaciones, matrimonios y defunciones en los denominados quinque libri o cinco libros.
- Textos contemporáneos: a raíz de las nuevas políticas de los nacientes estados modernos, numerosos tratadistas de la época insisten en la importancia de conocer la población y sus características. Maquiavelo, Guicciardini o Bodín escribieron algunos textos sobre este aspecto, arrojando algunos datos sobre la población.
Todas estas fuentes aportan una información parcial, poco fidedigna y a veces hasta contradictoria, sobre la población del quinientos, aunque se puede obtener una conclusión general: en la primera mitad del siglo XVI la población europea tuvo un crecimiento generalizado que se estancó en la segunda mitad, existiendo una pauta de comportamiento demográfico muy similar en buena parte de Europa.
2. Volumen y distribución de la población europea
En el siglo XVI el continente más poblado era Asia, donde se concentraba más de la mitad de la población mundial, seguido por África y Europa. Las cifras estimadas permiten asegurar que a lo largo del siglo se experimentó una evolución positiva, a excepción de América, cuya población se vio reducida drásticamente por la llegada de los europeos, portadores de agentes patógenos contra los cuales los indígenas carecían de defensas biológicas.
Población en 1500 | Población en 1600 | ||||
---|---|---|---|---|---|
Continente |
Total (en millones) |
% |
Total (en millones) |
% | Crecimiento
(‰) |
África | 87 | 18,9 | 113 | 19,6 | +2,62 |
América | 42 | 9,1 | 13 | 2,2 | -11,66 |
Asia | 247 | 53,5 | 340 | 58,8 | +3,20 |
Europa | 82 | 17,8 | 109 | 18,9 | +2,85 |
Oceanía | 3 | 0,7 | 3 | 0,5 | 0 |
TOTAL | 461 | 100 | 578 | 100 | +2,26 |
Fuente: Biraben, J.-N: «Essai sur l’évolution du nombre des hommes», Population, XXXIV-1 (1979)
Aunque no está del todo concretado el por qué de esta tendencia generalizada de crecimiento, se estiman diversos factores que contribuyeron a esta recuperación demográfica.
En Europa, la tasa de natalidad creció por una coyuntural reducción de la edad de acceso al matrimonio y una mejora en la esperanza de vida que permitió la prolongación del periodo de fecundidad y que incrementase el número medio de hijos nacidos por pareja. El incremento de la esperanza de vida se pudo deber a la mejora de las condiciones alimenticias, gracias a la bondad climática del Norte y Noroeste de Europa y al aumento del poder civil en los territorios donde se asentó la Reforma protestante, puesto que las autoridades laicas tenían una mayor capacidad en la asistencia pública.
Las transformaciones religiosas ocurridas en el siglo XVI también influyeron en el incremento de la población puesto que se exclaustraron un gran número de hombres y mujeres, se fomentó la idea de incrementar la procreación en el matrimonio y se abandonó la idea del celibato como un estado virtuoso.
Finalmente, gran parte de los territorios europeos experimentaron un contexto político favorable, con la ausencia de grandes conflictos bélicos. Se evitaron así la destrucción de cosechas, el saqueo indiscriminado por el paso de las tropas o la propagación de enfermedades.
Sin embargo, en el último cuarto del siglo las ventajosas condiciones comenzaron a invertirse, siendo el año 1570 el punto que marca la inflexión y el comienzo de un estancamiento que será la antesala del retroceso demográfico del siglo posterior. En este periodo se sucedieron repetidas malas cosechas como consecuencia de la variación climática hacia un progresivo enfriamiento (denominada «pequeña edad glaciar«). En las últimas décadas del siglo, una crisis general de abastecimiento y carestía elevó el precio del cereal de manera brusca, provocando el hambre y la miseria. El número de vagabundos que se trasladaban de ciudad en ciudad en busca de mejores perspectivas aumentó, contribuyendo en la propagación de enfermedades como la peste bubónica que azotó a toda la costa mediterránea entre los años 1575 y 1578 o la terrible «peste atlántica» que entre 1597 y 1603 provocó la pérdida de cerca del millón de europeos en los Estados de la vertiente atlántica.
Francia era el país con mayor población de Europa, aunque su crecimiento fue comparativamente bajo y poco uniforme. Frente al incremento moderado de las provincias del Oeste y del Norte (exceptuando la región parisina), las regiones del Sur de Francia mostraron un gran dinamismo (como Languedoc o la Provenza), creciendo muy rápidamente durante la primera mitad del siglo para retroceder en las última décadas del XVI.
La parte oriental de Europa seguía en población a Francia, cuyo crecimiento se debió a la colonización por parte de Rusia de nuevos territorios en los Urales, mar Negro y en el Caspio. El Principado de Moscú pasó de tener unos doce millones de habitantes a alcanzar los quince millones.
Italia presentó fuertes contrastes regionales en la evolución de la población del siglo XVI. En la primera mitad del siglo, el reino de Nápoles experimentó un importante progreso frente a los Estados del Norte de Italia, escenario de constantes conflictos armados. Sin embargo, a partir de 1561, Nápoles mostró claros síntomas de agotamiento mientras que el Norte se restableció de las dificultades vividas.
La evolución del fragmentado espacio alemán, políticamente invertebrado, ha sido objeto de diversas teorías, aunque se estima que el porcentaje de crecimiento fue elevado.
En España, el reino con mayor población fue Castilla, que afrontó los primeros esfuerzos de repoblación del Nuevo Mundo. Entre 1530 y 1584, la población castellana creció cuantiosamente para descender con tintes dramáticos a finales de siglo.
Mientras que la zona europea mediterránea (Sur de Francia, Italia y España) sufrió un drástico cambio en la evolución de su población, con un rápido crecimiento en la primera mitad del siglo XVI y un fuerte retroceso en las últimas décadas de la centuria, la parte septentrional tuvo un crecimiento más equilibrado y constante. Inglaterra disfrutó de una situación privilegiada, con un largo periodo de crecimiento en momentos de máxima dificultad para Europa, junto con los Países Bajos y Luxemburgo que tuvieron una espectacular progresión.
En el extremo sudoeste de Europa, un país que apenas representaba el 1.5% de la población europea a principios del siglo XVI, Portugal, fue el primero que se lanzó a explorar los caminos del mar y abrió nuevos horizontes para Europa. Por ello, Portugal contó con el mayor crecimiento de población de todo el continente.
La población europea en el siglo XVI | |||
---|---|---|---|
Área | 1500 | 1600 | Crecimiento (%) |
Francia | 15.000.000 | 18.500.000 | 23 |
Europa oriental | 12.000.000 | 15.000.000 | 25 |
Italia | 10.000.000 | 12.000.000 | 20 |
Europa central | 9.050.000 | 11.250.000 | 24 |
Alemania | 9.000.000 | 12.000.000 | 33 |
España | 6.500.000 | 8.500.000 | 31 |
Islas Británicas | 5.000.000 | 6.250.000 | 25 |
Balcanes | 4.500.000 | 6.000.000 | 33 |
Polonia | 4.000.000 | 5.000.000 | 25 |
Benelux | 2.150.000 | 3.000.000 | 40 |
Países Escandinavos | 2.000.000 | 2.250.000 | 13 |
Portugal | 1.250.000 | 2.000.000 | 60 |
Fuente: McEvedy, Colin y Jones, Richard: «Atlas of World Population History», Londres, 1978.
La densidad en la ocupación del suelo europeo ofreció grandes contrastes a nivel general. Los núcleos de mayor densidad de poblamiento se concentró en la cuenca de Londres, Flandes, Brabante, la región parisina, valles del Rin y del Danubio, la Lombardía, la campiña romana y la llanura de Nápoles, quedando los terrenos montañosos y boscosos del interior europeo, los países escandinavos y el Este de Europa como las regiones menos pobladas.
Así pues, la mayor densidad se dio allí donde el fenómeno urbano fue importante, muy relacionado con las actividades de carácter económico. La red urbana europea tenía una distribución muy irregular siendo poco importante en el este y norte de Europa y particularmente intenso en los Países Bajos, la región parisina (París era la ciudad más importante del Quinientos) y las ciudades del norte de Italia. Sin embargo, en el transcurso del siglo XVI, la importancia relativa de las ciudades italianas fue disminuyendo mientras aumentó las del noroeste europeo. Si durante el siglo XVI las penínsulas ibérica e itálica concentraban la mitad de la población urbana europea, el declive experimentado por ambas en beneficio de la Europa noroccidental -sobre todo de las Islas Británicas- redujo notablemente la proporción hasta dejarla en un tercio del total.
Las ciudades que más crecieron en este siglo fueron aquellas que ostentaron la capitalidad de un estado (como por ejemplo Madrid, que incrementó su población de 5.000 habitantes de principios de siglo a unos 90.000 a finales tras el establecimiento de la corte en 1561 en detrimento de Valladolid), o las que eran puertos atlánticos, pues el Mediterráneo perdió parte de su hegemonía.
Las mayores ciudades de Europa a finales del siglo XVI | ||||
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Más de 200.000 habitantes |
Entre 150.000 y 200.000 |
Entre 100.000 y 150.000 |
Entre 60.000 y 100.000 |
Entre 40.000 y 60.000 |
Constantinopla París Nápoles |
Londres Milán Venecia |
Roma Sevilla Amsterdam Lisboa Palermo Amberes |
Mesina Florencia Génova Bolonia Granada Valencia Madrid Lyon Rouen Moscú (?) |
Córdoba Barcelona Valladolid Verona Cremona Toulouse Burdeos Marsella Gante Bruselas Leyden Haarlem Hamburgo Danzig Augsburgo Viena Praga Nuremberg Colonia |
Fuente: MOLS, R.: «La población europea (1500-1700)», Historia económica de Europa, (ed. Carlo M. Cipolla), vol.II, Barcelona 1987.
El desarrollo urbano de la Europa moderna no llevó consigo la destrucción del mundo rural. La población europea continuó siendo eminentemente rural y habitando en núcleos pequeños. Las ciudades registraron un comportamiento demográfico diferencial respecto a las áreas rurales. Su saldo vegetativo fue sistemáticamente negativo, con más defunciones que nacimientos, de forma que su crecimiento sólo fue posible por el aporte migratorio desde las áreas rurales. Las ciudades fueron mucho más que esas tumbas demográficas, como algunos autores las ha denominado, puesto que presentaron un gran dinamismo económico, social y político.
3. Características de la demografía «antigua»
En la Europa moderna dominaron los rasgos más destacados del régimen demográfico antiguo, es decir, una fecundidad elevada y una constante presencia de la muerte que proporcionaba un crecimiento vegetativo débil. Sin embargo, estos niveles de natalidad y mortalidad no fueron homogéneos en toda Europa, existiendo notables diferencias entre distintas sociedades, localidades próximas e incluso en una misma población a lo largo del tiempo.
3.1. Mortalidad, natalidad, nupcialidad
. Mortalidad.
La mortalidad era muy elevada aún incluso en ausencia de crisis. La tasa bruta de mortalidad ordinaria (el número de defunciones en un año por cada mil habitantes) podría estimarse entre el 28 y el 38 por mil. Las causas de tan alta mortalidad son múltiples, todas ellas relacionadas entre sí por la propia estructura económico-social de la época. La economía del siglo XVI era fundamentalmente agraria, con un escaso desarrollo técnico, una infraestructura muy imperfecta y sujeta a las fluctuaciones climáticas. La sociedad presentaba un reparto de riqueza muy desigual, con gran parte de la población mal alimentada y vulnerable a todo tipo de infecciones. Además, la falta de higiene generalizada propiciaba la transmisión de agentes patógenos y enfermedades que no se podían combatir por la ineficacia de una medicina poco desarrollada.
La mortalidad infantil era elevadísima, con unas tasas próximas al 250 por mil (la cuarta parte de los nacidos). La mortalidad endógena (originada por debilidades y malformaciones congénitas, taras hereditarias, accidentes del parto…) era muy alta debido a la deficiente alimentación de las madres y las precarias condiciones higiénicas en los partos. La mortalidad exógena por afecciones gastrointestinales (causadas por la ingestión de aguas contaminadas y alimentos en mal estado) o por enfermedades contagiosas específicamente infantiles (sarampión, tosferina…) también era muy elevada.
En el mundo rural, la tasa de mortalidad infantil no tiene un comportamiento diferencial entre las divisiones sociales, puesto que no eran muy acusadas ni variaban sustancialmente las condiciones de vida de los distintos individuos. Sin embargo, en el mundo urbano, las cifras suelen ser más negativas, existiendo una mayor diferencia entre las distintas capas de la sociedad.
La mortalidad ordinaria presentaba un máximo a finales del verano y principios del otoño provocado, sobre todo, por enfermedades gastrointestinales, con un segundo máximo al final del invierno por las enfermedades del aparato respiratorio. No obstante, en la Europa del Norte y noroccidental, el máximo de mortandad se daba en el invierno, mientras que el verano presentaba los mínimos del año, siendo el clima el responsable de esta variación.
Junto a esta mortalidad ordinaria, el Antiguo Régimen sufrió diversas crisis demográficas en las que, durante un tiempo más bien corto, el número de defunciones aumentaban bruscamente, duplicando o triplicando las tasas ordinarias. Las principales causas de estas crisis demográficas fueron la guerra, el hambre y las enfermedades epidémicas. En la Edad Media se invocaba al Señor para librarse precisamente de estos males:
«A fame, peste et bello, liberanos, Domine» (Del hambre, la peste y la guerra, líbranos Señor).
. La guerra: Fue la principal causa de las crisis demográficas de la Europa moderna; no sólo por sí misma sino por todas las consecuencias que acarreaba. El número de pérdidas en acciones bélicas fueron cuantiosas, pero los efectos indirectos de la guerra eran aún peor. Los ejércitos, constituidos por un gran número de soldados y acompañantes civiles en condiciones lamentables de higiene, difundían a su paso todo tipo de enfermedades infecciosas como la disentería, tifus o la sífilis. Además, para su alimentación, se imponían contribuciones de guerra y la requisa de granos que dejaban una secuela trágica para los campesinos, que en ocasiones se veían obligados a huir.
La presencia de las tropas en una región era indeseable. En ocasiones el acuartelamiento de tropas se utilizaba como un castigo para localidades que se oponían a alguna decisión de las autoridades. Las tropas propagaban infecciones, saqueaban las reservas alimenticias de la población y alteraban la vida de la localidad. Además, sublevados por la falta de paga, era muy común que recurriesen al pillaje y al saqueo, como il Sacco di Roma (1527) o el saqueo de Amberes (1576).
. El hambre: Aunque la muerte por pura inanición puede que no fuese muy frecuente, salvo en momentos excepcionales o en áreas marginales, sí que indirectamente era causante de una alto número de muertes. El hambre impulsaba a ingerir alimentos en mal estado, aumentando las enfermedades gastrointestinales, e incrementaba el número de mendigos y vagabundos que migraban hacia las ciudades, propagando epidemias y atestando centros hospitalarios y de caridad.
Los accidentes meteorológicos, como sequías prolongadas, lluvias excesivas, etc. eran los habituales causantes de las crisis de subsistencia. Las cosechas se resentían ante la repetición de varios años climatológicamente adversos, no alcanzando ni tan siquiera para el consumo propio de los labradores. El precio del cereal, ante la carestía, se incrementaba y el pan llegaba a alcanzar precios desorbitados que cierta parte de la sociedad, como asalariados y jornaleros, no se podían permitir. La demanda de productos que no fuesen alimentos descendía drásticamente, afectando a los artesanos, de modo que la crisis se iba extendiendo a todas las capas de la sociedad.
. La Peste: Las enfermedades epidémicas como el sarampión, la difteria, la gripe, el paludismo, la viruela y la peste ocasionaron pérdidas que llegaron a ser escalofriantes con mortalidades que consumían más de la tercera parte de una población o pequeñas localidades que llegaron prácticamente a desaparecer.
De todas las epidemias, la peste era la más temida de todas. Causada por un bacilo, la peste bubónica se transmitía por la picadura de la pulga específica de la rata negra. Las primeras señales externas de la enfermedad eran unos bubones dolorosos y nauseabundos en ingles, axilas y cuello, seguidos de altas fiebres, cefalalgias, trastornos nerviosos y circulatorios, necrosis celular y terminaba en gran parte con la muerte. La medicina de la época era totalmente ineficaz con propuestas de remedios curativos inútiles. Familias enteras desaparecían en el transcurso de unos pocos días y muchos enfermos eran abandonados en sus casas hasta la muerte. Curanderos, charlatanes y buscavidas negociaban con el dolor ajeno y ofrecían supuestos remedios mágicos, como la tríaca magna (un mejunje que podía incluir hasta más de doscientos componentes elaborados mediante un complejo ritual).
La única defensa eficaz conocida en la época era «huir pronto, marchar lejos, volver tarde» («Fuge cito, vade longe, redi tardi«), y aunque la medicina no avanzó en el tratamiento de la enfermedad, sí se mejoraron las medidas preventivas y en el establecimiento de cordones sanitarios que aislasen los focos de la enfermedad. La incomunicación se aseguraba con los métodos más rigurosos para frenar así su expansión. Las murallas se convirtieron en barreras sanitarias y se impedía la circulación de hombres y mercancías procedentes de lugares apestados.
Las últimas grandes epidemias fueron las de Londres (1665) y la de Provenza (1720-1722), siendo las causas de su erradicación difícil de determinar. Probablemente el bacilo sufrió ciertas mutaciones genéticas, el hombre adquirió cierta inmunidad, o la rata negra fue desplazada por la rata gris, sin embargo, nada de esto se ha podido comprobar.
. Natalidad y Fecundidad. Nupcialidad.
La natalidad era muy elevada, con tasas brutas de natalidad que oscilaban entre el 35 y el 45 por mil, considerándose la de 40 por mil como la más representativa. Así pues, en un año, por cada mil habitantes se darían 40 nacimientos. Esta tasa de natalidad tan alta se correspondía con una tasa de fecundidad muy alta (relación entre el número de nacimientos ocurrido en un año y el número total de mujeres en edad fértil). Para regular la tasa de fecundidad existían una serie de factores biológicos y sociales, como la edad de acceso al matrimonio o el celibato definitivo (proporción de personas de una generación que permanecen solteras durante toda su vida).
En la Europa noroccidental, para mantener el crecimiento de la población por debajo del límite que imponían los recursos disponibles, el acceso al matrimonio era generalmente tardío (las mujeres solían casarse por primera vez a los 25 años, como edad media) y el celibato definitivo era relativamente elevado (sobrepasando con frecuencia el 10%). Sin embargo, tras una crisis demográfica ocasionada por una guerra o por una epidemia, el acceso al matrimonio se adelantaba y se reducía el celibato definitivo para restablecer el equilibrio.
En la Europa mediterránea, el modelo de matrimonio se caracteriza por una mayor intensidad matrimonial con un acceso al matrimonio más temprano (entre 20 y 22 años) y un celibato algo más bajo. Se tiene, por tanto, una fecundidad algo más elevada que es equilibrada por la intervención de la mortalidad, con un mayor relieve que en el norte de Europa.
También existirán diferencias en el modelo de familia entre la Europa noroccidental (con un claro predominio de la familia nuclear) y la Europa central y meridional (mayoritariamente familias complejas), debido en muchos casos a la influencia de la organización económica y al sistema de transmisión hereditaria de bienes.
La tasa de nupcialidad (relación del número de matrimonios ocurridos en un año y el volumen total de dicha población) era muy variable, situándose entre el 8 y el 12 por mil, con un periodo protogenésico (número de meses entre el matrimonio y el nacimiento del primer hijo) no muy amplio. Sin embargo, el intervalo intergenésico (número de meses entre el nacimiento de dos hijos sucesivos) se elevaba hasta veinte y veinticuatro meses. En definitiva, el número medio de hijos nacidos en una familia era, aproximadamente, de 7.
Los nacimientos ilegítimos (fuera del matrimonio) eran condenados moralmente por las distintas iglesias, por lo que fueron muy escasos. Sin embargo, las concepciones prenupciales varían enormemente de unas regiones a otras según sus distintas normas morales y costumbres. En la Europa católica, se saldaba con el adelantamiento del momento del matrimonio, formándose una nueva familia. La muerte rompía muchos matrimonios en pleno período fértil, siendo habitual que los viudos contrajeran nuevas nupcias para reactivar la fecundidad. Se superponen así condicionamientos biológicos, económicos, canónicos, costumbres o devociones locales.
4. Movimientos migratorios
Aunque la sociedad europea de la época moderna era estructuralmente sedentaria, existía cierta movilidad geográfica. Existían las migraciones estacionales por razones de trabajo (ganadería trashumante, canteros, etc…), junto a grupos que tenían una vida nómada o seminómada, como los vagabundos, mendigos y lisiados errantes de un lugar a otro que en época de crisis aumentaba considerablemente.
En algunos casos, también se produjeron movimientos migratorios forzados de minorías socio-religiosas, como en las expulsiones de los judíos (1492) y moriscos (1609) de España.
Existían también migraciones de carácter estructural, como la emigración del campo a las ciudades por las múltiples oportunidades que ofrecían, con importantes consecuencias en la población urbana.
Finalmente, también existieron movimientos migratorios hacia las nuevas tierras de América, especialmente de españoles y portugueses.
A principios del Siglo XVI Fra Bartolomeo realizó un dibujo de una pequeña ciudad en lo alto de una ladera. Durante la Edad Moderna, Europa continuó siendo eminentemente rural habitando núcleos pequeños. Si esta ciudad dibujada por Fra Bartolomeo contase con mil habitantes, a lo largo de un año nacerían 40 bebés, aunque 10 de ellos no conseguirían cumplir un año de vida. Junto con estas 10 defunciones, otras 23 personas fallecerían, por lo que la población crecería en tan sólo 7 habitantes.
BIBLIOGRAFÍA:
- FLORISTÁN, Alfredo (coord.): Historia Moderna Universal. Barcelona, Editorial Ariel, 2007.
- Capítulo 10: PLA ALBEROLA, Primitivo: Crecimiento demográfico y expansión económica
- RIBOT, Luis (coord): Historia del Mundo Moderno. Madrid, Actas, 2006.
- Capítulo 1: GALÁN, Manuel: El régimen demográfico
- Capítulo 6: CABEZA RODRÍGUEZ, Antonio: La expansión demográfica del largo siglo XVI. El siglo de la ciudad. La sociedad.
magnífico artículo, rico en información estadística y visual, excelentemente documentado