EL MEGALITISMO

TEMA 12. EL MEGALITISMO Y SUS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS. LOS PETROGLIFOS DEL NOROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
A partir de la segunda mitad del V milenio a. C., las sociedades productoras del Neolítico empiezan a desarrollar construcciones con grandes bloques de piedra, de carácter monumental, que se ha denominado «Megalitismo«. Estas estructuras son los primeros ejemplos de arquitectura arquitrabada, y presentan diversas tipologías, tanto de construcciones funerarias como de carácter ritual:
– Construcciones megalíticas funerarias: dólmenes simples, sepulcros de corredor, galerías cubiertas, cámaras de falsa cúpula, túmulos…
– Construcciones megalíticas de carácter ritual: menhires, alineamientos, cromlechs…
Las primeras construcciones megalíticas se originan en el continente europeo, con una especial concentración en la fachada atlántica. En un principio, se había relacionado el megalitismo del occidente europeo con las grandes civilizaciones mediterráneas, pero las dataciones de Carbono 14 han demostrado que estas construcciones fueron muy anteriores.
En las construcciones megalíticas de carácter funerario se han encontrado enterramientos con numerosas piezas de arte mueble, como ídolos o estelas megalíticas. En las lajas de piedra que conforman el megalito (ortostatos) también se han encontrado decoraciones grabadas y/o pintadas con motivos mayoritariamente de Arte Esquemático. Abundan temas relacionados con las armas (hachas, puñales, escudos…) y las composiciones geométricas (círculos, espirales, zigzags…), mientras que escasean los temas antropomorfos o zoomorfos.
Las construcciones megalíticas se expanden por gran parte de Europa, destacando la fachada atlántica (Islas Británicas, Francia, Península Ibérica), la parte septentrional (Países Bajos, sur de Suecia, Dinamarca, norte de Polonia y Alemania) y la parte mediterránea (sur de Italia, Islas Baleares, Córcega, Cerdeña, Malta).
La fachada Atlántica posee ejemplos espectaculares, como los megalitos de Irlanda (Knockmany, Lochcrew, New Grange…), o Bretaña (Pierres Plates, Table des Marchands…), mientras que en la Europa mediterránea destacan las estelas-menhires y las diversas tipologías que se localizan en algunas islas como Menorca (con taulas, navetas, talayots), o Malta (con megalitos con planta trilobulada como Tarxien, Ggantija o Hagar Qim…).
1. El megalitismo en la fachada atlántica
Las tumbas megalíticas más antiguas se localizan en la fachada atlántica europea, (Bretaña francesa, Portugal, Irlanda…), datándose en el IV y III milenio (Neolítico y Calcolítico), aunque en fechas calibradas podría remontarse a mediados del V. Estas primeras manifestaciones megalíticas se corresponden a los sepulcros de corredor, mientras que las tumbas megalíticas y los hipogeos del norte de Francia presentarían cronologías tardías, ya a finales del Neolítico, momento en el que se desarrollaría el relieve.
El estudio más importante sobre el Arte Megalítico en la fachada atlántica ha sido la obra de Elizabeth Shee Twohig. Con The megalithic art of Western Europe, Shee Twohig documentó y analizó las relaciones del megalitismo con el arte rupestre y mueble, las estatuas-menhir o las estelas antropomorfas, abarcando la Península Ibérica, Francia, Irlanda y Gran Bretaña.
– Europa Nórdica: En los países nórdicos se han documentado impresionantes túmulos que cubren varios dólmenes de corredor.
– Bretaña francesa: Las construcciones megalíticas tuvo una importancia excepcional en Bretaña, donde se han conservado un gran número de monumentos de gran calidad. Millares de menhires, centenares de dólmenes de todas las tipologías, decenas de alineamientos, crómlechs… De este numeroso catálogo destacan los dólmenes con galerías acodadas, como el Dolmen de Pierre Plates, cuya galería cubierta forma un ángulo de 60º.
También destacan los denominados Cairn. Un cairn es un monumento tumular funerario de grandes dimensiones (circular, poligonal o cuadrangular), formado por acumulaciones de piedras, que recubren varios dólmenes de corredor. Algunos cairn presentan decoraciones en los ortostatos de los dólmenes, como el Cairn circular de Gavrinis (Larmor-Baden, Bretaña francesa).
– Islas Británicas: Se caracteriza por grandes túmulos de tierra, alargados, que se rodean por varias filas de zanjas. Los monumentos tipo henge están conformados por bloques de piedra rodeados por zanjas y muros, de forma circular, oval o elipsoidal, como Stonehenge. En una primera fase, sólo se delimitaba el espacio simbólico mediante fosos o zanjas, pero posteriormente se fueron añadiendo los grandes bloques de piedra o menhires. En el sur de Inglaterra existen numerosos ejemplos de Arte Megalítico del III milenio a. C. como Avebury, Marden, Durrington Walls, Mount Pleasant, Silbury Hill…
En Gran Bretaña e Irlanda el megalitismo, según el estilo, las tipologías y técnicas, se puede clasificar en dos estilos: el de Fourknocks y el de Loughcrew. Ambos se dieron en una misma distribución geográfica y cronológica.
Para Shee Twohig, el Arte Megalítico puede definirse como los grabados y las pinturas realizadas en los elementos estructurales que configuran las tumbas megalíticas, ortostatos, dinteles… Estas decoraciones se basan en cazoletas, motivos cruciformes, líneas rectas o curvas, rombos, triángulos (que pueden unirse), motivos serpentiformes, meandriformes, círculos, círculos concéntricos o con segmentos radiales, espirales, soliformes, esteliformes, dientes de sierra, anguliformes, motivos en «u», retículas, objetos útiles, instrumentos o amras (hachas, puñales…), combinaciones de elementos creando formas complejas, ídolos y antropomorfos o zoomorfos con una acusada tendencia a la esquematización.
Los motivos tratados en el Arte Megalítico encuentran su correlación formal con el Arte Esquemático, aunque existen algunos motivos singulares y exclusivos como los cuadrangulares compartimentados o con decoración interna. La temática megalítica es más restrictiva que la expresada en abrigos y cuevas, debido a que probablemente el Arte Megalítico estaba asociado a un universo ideológico sobre el mundo de los muertos y el arte expresado en abrigos tendría funcionalidades mucho más diversificadas.
La técnica más representada en el Arte Megalítico es el piqueteado que perfila el motivo, aunque también aparecen pinturas o meras incisiones. En ocasiones, tanto la pintura como el grabado están asociados para diseñar la decoración.
2. Península Ibérica
En la Península Ibérica, el Arte Megalítico se extiende prácticamente por toda su geografía, sin embargo, no todas las construcciones dolménicas conservan manifestaciones artísticas. Tal vez, muchas hayan desaparecido a causa de la exposición a la intemperie de sus soportes y a los efectos lesivos de los agentes biológicos y atmosféricos. En cualquier caso, los megalitos decorados se concentran especialmente en el norte de Portugal y Galicia, Asturias, en la Meseta, Extremadura y Andalucía.
Existe una gran variedad tipológica de las estructuras megalíticas en la Península Ibérica, apareciendo dólmenes, sepulcros de corredor, galerías cubiertas y cámaras de falsa cúpula (tholos). Un ejemplo paradigmático de esta variedad tipológica es el conjunto dolménico de Antequera, que destaca por sus importantes dimensiones frente a las tumbas circulares de reducido tamaño de Andalucía oriental y sur de Portugal. Este conjunto está formado por varias construcciones de diversa tipología como El Romeral formado por una doble cámara circular cubierta con falsa cúpula de aparejo pequeño y largo corredor; Viera, un sepulcro de corredor con cámara cuadrada; Menga, con una galería cubierta.
El Arte Megalítico en la Península Ibérica ha sido estudiado profusamente por Primitiva Bueno Ramírez y Rodrigo de Balbín Behrmann, cuya obra es un referente. Los autores consideran las decoraciones dolménicas y sus conexiones con el arte rupestre esquemático, así como también su relación con ídolos, cerámicas, estatuas-menhires y estelas antropomorfas.
Los ídolos son los elementos que permiten relacionar el megalitismo con el Arte Esquemático. Estos ídolos aparecen frecuentemente en los enterramientos colectivos (arte mueble) y plasmados también en las paredes rocosas de los abrigos y cavidades (arte rupestre). Por ello, se ha podido determinar cronológicamente como manifestaciones artísticas que abarcan un largo periodo de tiempo, desde el Neolítico hasta el Calcolítico.
P. Bueno Ramírez y R. de Balbín Behrmann establecen varios sectores dentro de la Península Ibérica: el noroeste (Galicia, Asturias y Norte de Portugal), la Meseta, el suroeste (Huelva, Cádiz), y el sureste (Granada, Almería).
– Noroeste: Entre Galicia, Asturias y el norte de Portugal se encuentra una de las zonas más ricas en esta clase de expresiones artísticas, con dólmenes pintados y grabados. Algunos de los ejemplos más importantes de este sector son:
. Grupo de Viseu (Portugal): Tradicionalmente se consideraba como el único ejemplo en el que la se utilizó pintura para las decoraciones, hasta que no se documentaron otras evidencias representativas.
. Dolmen de Dombate (La Coruña): Presenta grabados y pinturas tanto en la cámara como en el corredor. Los grabados representan unos trazados trapezoidales y las pinturas motivos que delinean bandas reticuladas en rojo que acotan espacios romboidales, perfiladas de puntos rojos y negros sobre fondo blanco.
. Dolmen de Pedra Coberta (La Coruña): Casi todos los ortostatos aparecen decorados con pinturas que son complementadas con grabados. desplegando por las superficies motivos ondulados o serpentiformes paralelos, zigzags y triángulos, en rojo y negro sobre un fondo blanquecino.
. Dolmen de la Santa Cruz (Cangas de Onís, Asturias): Decoración con motivos triangulares y zigzags, todo pintado y complementado por el grabado.
. Estela de Peña Tu (Vidiago, Asturias). Se trata de una estela-estatua antropomorfa pero no exenta, sino que sobre un soporte rupestre se confeccionó una decoración con un grabado ancho y profundo completado por pinturas. Representa un personaje humano cuyo cuerpo está decorado por bandas de triángulos cotejables con las de los «ídolos» de las placas mobiliares de los dólmenes de Alentejo portugués.
– Meseta: En el interior peninsular, algunos dólmenes albergan elementos gráficos. Según fechas de Carbono 14, se puede apuntar la importancia del IV milenio a. C. en el interior peninsular, presentando pinturas y grabados. Algunos de los ejemplos más importantes de este sector son:
. Cubillejo de Lara (Salas de los Infantes): Gran sepulcro de corredor y cámara poligonal, el ortostato decorado se halla en el pasillo antes del espacio sepulcral y contiene en total seis motivos hechos con incisiones profundas: dos cuadrúpedos, ramiforme horizontal, barra, seis puntos y un circular con apéndice.
. Estatua-menhir de Navalcán (Toledo): Pieza granítica de metro y medio de alta decorada por medio de incisiones y bajorrelieves, un estrechamiento en la zona superior le otorga, según algunos historiadores, un aspecto antropomorfo, al menos parcial de carácter fálico. Posee a la vez un serpentiforme vertical en bajorrelieve y otros en grabados incisos junto con una «hacha enmangada», cazoletas y otros motivos.
– Suroeste: La tradición decorativa de pinturas y grabados permanece en las estructuras de falsa cúpula propias de las esculturas calcolíticas, constatando los mismos temas, asociaciones y distribución espacial que en los monumentos del IV milenio, también presentes en la región. Algunos ejemplos destacados son:
. Dolmen de Soto (Huelva): Entre las decoraciones destacan antropomorfos de diferentes modalidades, serpentiformes, armas, formas trapezoidales, círculos, etc.
. Dolmen de Alberite (Cádiz): Los motivos fueron confeccionados tanto en pintura como en grabado. La temática desarrollada incluye cazoletas, zigzags, serpentiformes, trazos radiales de soliformes surgiendo de cazoletas pintadas de rojo, armas (hachas), «antropomorfos», etc.
– Sureste: En el sureste peninsular destacan las decoraciones de las necrópolis de Los Millares (Almería), Montefrío (Granada) con bandas de triángulos negros y rojos, así como un posible cáprido grabado junto con series de arcos concéntricos, o el Dolmen de Viera (Antequera) con ortostatos que presentan decoraciones grabadas de cazoletas.
3. Los petroglifos del Noroeste
Los Petroglifos Gallegos son un conjunto de grabados muy uniformes en cuanto a técnica, estilo, temática y localización geográfica. Los estudios de Antonio de la Peña Santos y José Manuel Vázquez Varela sintetizan el estado de la cuestión actual. Los petroglifos al aire libre se encuentran sobre rocas, en la casi totalidad de los casos, de naturaleza granítica y se extienden por la mayor parte de Galicia, en especial el cuadrante suroeste (zona costera de Pontevedra).
Los petroglifos presentan una amplia gama tipológica, predominando las figuras en forma de cazoleta, tanto aisladas o como parte de otros motivos. El tema que confiere al arte rupestre galaico una personalidad diferenciada es el de las combinaciones circulares, excluyendo las espirales que aparecen menos representadas. Los temas menos frecuentes son los zoomorfos como ciervos y caballos, antropomorfos, armas, laberintos y laberintoides, idoliformes, cuadrados, paletas, esvásticas, zigzags o huellas de cuadrúpedos. Es notable la escasez de representaciones figurativo-naturalista frente a un notable desarrollo de tipos semiesquemáticos, esquemáticos, geométricos y abstractos.
1. Cazoletas: Abarcan una acusada representatividad en todo el territorio. Se trata de hoyos excavados de forma semiesférica de tamaño que rondan los 5 cm de diámetro.
2. Círculos: El tema más variado y característico. Sobre las rocas se asocian entre sí y con animales. En esencia, parten de una circunferencia inicial y pueden llegar a complicaciones muy variadas: círculos concéntricos, con cazoletas interiores, con trazo radial hacia afuera, compartimentado en cuadrantes, enmarcado por una orla de cazoletas, etc.
3. Espirales: Existen de dos sentidos: punto que se aleja del centro de izquierda a derecha (destrógiro) y al contrario (levógiro). Ambos tipos pueden mantener cazoletas en el interior.
4. Laberintos: Estarían construídos con la combinación de una espiral y un circular de doble trazado.
5. Zoomorfos: De tamaños muy variados, son figuras perfiladas cuya clasificación taxonómica resulta muy complicada debido a su esquematización, sólo en el caso de los ciervos con cuernas desarrolladas y los équidos con sus respectivos jinetes es factible identificar la especie. También hay imágenes serpentiformes que son asimiladas a ofidios y unos pares de semicírculos que parecen coincidir con las huellas de pisadas de los herbívoros.
6. Antropomorfos: Aparecen dos tipos: uno muy esquematizado y otro contorneado a veces con aditamientos o portando alguna clase de objetos que podrían ser armas.
7. Idoliformes: Figuras que recuerdan a los perfiles de ciertos «ídolos oculados» portátiles del final del Neolítico y sobre todo del Calcolítico. Su frecuencia numérica, sin embargo, es muy escasa.
8. Armas: Se pueden diferenciar escudos (simples y algo más complicados), espadas y puñales, hachas, alabardas, etc.
9. Cuadrangulares: Generalmente de forma rectangular, con dos versiones básicas: cuadrangular simple y dos cuadrangulares inscritos; los subtipos están en función de los detalles que rellenan el área interna, como cazoletas, compartimentaciones rectilíneas, ajedrezados, etc.
10. Varios: Motivos muy diversos que apuntarían a cronologías más recientes: paletas (cuadrangular con mango), esvásticas, pisadas humanas desnudas y calzadas o podomorfos, zigzags múltiples, etc…
En lo relativo a la técnica de confección de estos grabados, se diferencian claramente dos tipos: aquellos que presentan una sección transversal en forma de «V» con los bordes muy angulosos y las paredes rectas y ásperas en las que a simple vista y al tacto, se aprecian las huellas de los golpes dados con un instrumento afilado y puntiagudo; y los que presentan surcos de sección transversal en «U» muy abierta, con los bordes enormemente desgastados, suaves al tacto y de una anchura al menos el doble que la profundidad.
Los de sección en «V» están realizados con un instrumento afilado propio de la Alta Edad Media, época en los que habría que encuadrarlos y que perviviría hasta tiempos no muy lejanos. Estas figuras estarían relacionadas con delimitaciones jurisdiccionales de cotos, parroquias, etc., desligándose de los grabados prehistóricos gallegos.
Los de sección en «U», sin embargo, corresponden a manifestaciones prehistóricas. El aspecto desgastado, viejo, erosionado de estos surcos ha hecho que se intentase encontrar una explicación convincente. Algunos piensan que es debido a una paciente labor de frotamiento continuo de la superficie a grabar, lo que explicaría su aspecto pulido y suave al tacto. Otros ven dos fases sucesivas: la primera estaría constituida por el marco del dibujo mediante un piqueteado fino, puliendo acto seguido los surcos. Lo más probable es que la labor de grabado consistiera exclusivamente en un minucioso piqueteado que la erosión en el transcurso de los siglos se encargaría de disimular.
Entre los petroglifos más representativos estarían:
– Laxe das Rodas (Muros, La Coruña): destacan dos espirales tangentes o laberintos asociados a cazoletas y un cuadrúpedo. Algunos lo han interpretado como un calendario.
– Rotea de Mende: Sobresale un gran ciervo macho con el sexo indicado junto a muchos cuadrúpedos y círculos.
– Pedra das Ferraduras (Cotobade, Pontevedra): Aparecen representadas algunas escenas de caza o ganadería, asociación de antropomorfos y zoomorfos.
Aún no se ha establecido una cronología de los grabados al aire libre con todo rigor y detalle, pero puede marcarse un ámbito temporal más o menos amplio, estableciéndose su inicio a comienzos de la Edad de los Metales, desarrollándose en el Bronce Medio y llegando hasta el Bronce Final. No obstante, estudios más recientes se inclinan por un periodo más breve para el grupo galaico, estableciéndolo en la mayor parte del III milenio y los inicios del II.
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