EDAD DE BRONCE

TEMA 13. EL ARTE DE LA EDAD DEL BRONCE EN EUROPA
La Edad del Bronce es un periodo en el que se desarrolló la metalurgia de este metal, resultado de la aleación de cobre con estaño. Este periodo trajo notables transformaciones tanto social como cultural e ideológico.
La periodización de la Edad del Bronce en Europa es objeto de discusión por los especialistas, aunque se tiende a considerar su inicio a finales del III milenio a. C. y su final en torno al siglo VIII a. C. Durante este periodo, va a existir una gran diversidad regional, con diferentes culturas en el Mediterráneo (pueblos del Egeo como Creta y Micenas), las estepas de Europa del Este (que aportarán la invención del carro y la doma del caballo…), etc.
El bronce será el elemento predominante para el comercio, la fabricación de armas, ornamentos, etc. Las innovaciones técnicas originadas en los principales centros metalúrgicos se van a extender por toda Europa, intensificándose las redes de intercambio de bienes e ideas y el comercio.
El estaño, elemento necesario para la elaboración del bronce de calidad, y el ámbar, se van a convertir en productos muy demandados por las élites. El ámbar de Escandinavia se va a distribuir por toda Europa, llegando incluso al Peloponeso. El grado de intercambio interregional que se alcanzó en Europa fue inédito.
La base económica principal de los pueblos de la Edad del Bronce se basa en la agricultura y ganadería, donde se introdujeron nuevos modelos de explotación, haciéndose más extensiva. Todo este contexto económico, comercial y técnico favoreció una coyuntura propia para la creación artística.
1. El arte del Bronce antiguo y medio
1.1 Encuadre histórico
El Bronce Antiguo y Medio podría extenderse hasta el 1300 – 1200 a. C., según las zonas. A partir del año 1800 a. C., se comienza la ocupación de nuevas tierras, incrementándose la explotación y producción agrícola por la aparición del carro y del uso del arado.
– Bronce Antiguo: Durante el Bronce Antiguo, las técnicas empleadas para el trabajo del metal fueron la fundición y el martilleo. Sin embargo, a finales de este periodo se empezaron a usar moldes bivalvos, extendiéndose su uso en el Bronce Medio.
Las regiones con yacimientos de cobre, oro y estaño, se convirtieron en centros fundamentales de producción, enriqueciéndose considerablemente los dirigentes y grupos sociales que controlaban el metal y armamento. Estas regiones se van a concentrar sobre todo en la depresión de los Cárpatos, Transilvania, Bohemia, Bretaña, las llanuras del sudeste de Gran Bretaña e Irlanda.
Durante el Calcolítico, la red de intercambios y contactos comerciales se habían establecido a lo largo de un eje este-oeste, relacionando la costa atlántica con la Europa Central. Sin embargo, durante el Bronce Antiguo, se va a establecer una nueva estructura comercial que relaciona el Báltico con el Danubio, es decir, se crea un nuevo patrón norte-sur.
En la Península Ibérica, el Bronce Antiguo es un periodo que no es fácil de delimitar cronológicamente, pero se podría establecer desde alrededor de 1.900 a. C. hasta el 1.500 a. C.. La evolución cultural es muy desigual, con regiones donde se aprecia un incremento y una mejora tecnológica en la actividad metalúrgica (sur peninsular y zona valenciana), y otras regiones donde el proceso transformador de este periodo apenas se aprecia. Además del inicio de la orfebrería, se va a producir un cambio en el rito de enterramiento, sustituyéndose la inhumación colectiva de periodos anteriores por la inhumación individual, fundamentalmente en cistas y fosas.
– Bronce Medio: En el Bronce Medio, entre el 1.500 al 1.300 / 1.250 a. C., se generaliza en Europa el uso del bronce. Se mejora e incrementa las industrias locales, extendiéndose también la Cultura de Túmulos en Europa Central.
En la Península Ibérica, se mantiene la desigualdad cultural entre regiones, mostrando un panorama diverso y heterogéneo. En el sureste de la Península (Almería, Murcia, Granada, parte de Jaén y Alicante), se extiende una cultura de gran desarrollo y complejidad, la cultura de Argar. Esto se va a deber por la confluencia de varios factores, como el incremento demográfico del área, la consolidación de una élite que tendrá el control político, la mejora de las explotaciones agropecuarias con nuevas técnicas, la implantación de la metalurgia, nuevas vías de comunicación y comercio, etc.
1.2 Europa
1.2.1 Unetice
La cultura Unetice se extendió en la Europa central durante el Bronce Antiguo. A partir del 1.800 a. C. se desarrollan grandes tumbas de cámara bajo túmulo (denominadas tumbas principescas) como las tumbas de Leubingen y Helmsdorf.
La tumba de Leubingen se encuentra bajo un túmulo de 34 metros de diámetro y 8,5 metros de altura. La estructura de la cámara interior se basaba en postes de madera inclinados que se cubría con cañizo. En este espacio mortuorio se dispusieron dos cuerpo extendidos en cruz, un varón mayor y una mujer más joven, que aparentemente fue asesinada tras la muerte del hombre. Además, contaba con un lujoso ajuar como anillos, brazaletes y alfileres que mostraban un extraordinario nivel técnico.
A medida que evolucionaba la cultura Unetice, se fueron creando volúmenes geométricos a los puñales, con hojas triangulares, empuñaduras cilíndricas y pomos discoidales.
1.2.2 Otomani
Los grupos de Otomani se desarrollaron en los Balcanes, Hungría y Eslovaquia. Sus poblados presentan grandes fortificaciones y sus ajuares tienen una mayor proporción de armas que de útiles, lo cual les confiere un claro carácter guerrero.
La cultura de Otomani ha dejado huellas de edificios de carácter religioso como el denominado Templo de Salacea. Este templo presenta influencias micénicas con un porche, dos espacios contiguos y tres altares de donde se recuperaron figuritas, modelos de carros y ruedas, vasos de culto y cerámicas.
Las cerámicas de la cultura de Otomani son de una gran calidad, con un variado repertorio decorativo (espirales entrelazadas, acanaladuras, temática geométrica…).
La cultura de Otomani destacó por el trabajo del bronce y del oro. El bronce se utilizó para objetos destinados a la actividad guerrera (puñales y espadas sin decoración), aunque algunos fueron realizados con valor simbólico para elevar el prestigio y la grandeza de sus poseedores presentando decoración (predominantemente en forma de espiral) .
El oro se utilizó para la creación de hachas ceremoniales y discos, ornamentados con repujado y con espirales.
1.2.3 Europa Occidental
La Europa occidental experimentó en la primera mitad del II milenio a. C. un notable desarrollo de la actividad metalúrgica y orfebrería, debido a un posible surgimiento de una élite de poder. Los principales núcleos de la Europa Occidental fueron las Islas Británicas, (con la cultura de Wessex y el núcleo de Irlanda), la Bretaña francesa (con los túmulos armoricanos) y Escandinavia.
– Cultura de Wessex: Localizada al sur de la isla de Gran Bretaña, destacó por necrópolis formadas por grandes túmulos donde enterraban a las élites guerreras acompañadas de importantes ajuares formados por puñales y hachas de bronce, mazas de piedra pulimentada y adornos de ámbar y oro. Esto señala la existencia de una sociedad con una jerarquía dirigente y probablemente religiosa. Algunos de los túmulos o estructuras megalíticas más importantes son Stonehenge, Bush Barrow o Upton Lovel.
La estructura megalítica de Stonehenge, aunque se erigió en momentos anteriores, fue utilizada y modificada en este periodo.
En el túmulo de Bush Barrow (Wiltshire), perteneciente a una inhumación masculina, se hallaron una gran placa romboidal en oro decorada con rectángulos incisos superpuestos, un broche de cinturón en oro y un cetro con aplicaciones de hueso en zigzag.
El túmulo de Upton Lovel (Wiltshire) albergó la sepultura de una mujer. El ajuar contaba con un collar de varias vueltas de cuentas y placas perforadas en ámbar y una placa de oro con incisiones lineales.
La cultura de Wessex contaba con excelentes orfebres, como se puede apreciar en la denominada Capa de Mold (Clwyd). Se trata de una pieza ceremonial decorada mediante repujado en apretadas filas de esferas y rombos de diferentes tamaños.
En Folkton Wold, en el ajuar funerario de un niño, se encontraron tres «tambores» de areniscas con temas geométricos con figuras oculares en su parte central. Las piezas se dispusieron detrás de la cabeza y las caderas del niño en una tumba oval cerrada al exterior por dos zanjas concéntricas. La excepcionalidad del ajuar, como los denominados «tambores», indican la importancia del estatus social del niño enterrado junto a otros cuerpos. Los tambores se realizaron con piedra arenisca local, tallados utilizando una técnica parecida a la talla en madera. No se ha conservado ningún objeto parecido a estos tambores, aunque quizás existieron más ejemplares realizados en madera.
La decoración se dispone en paneles con caras de hombres estilizados. Se desconoce el significado de estos diseños, muy similares a los que se han encontrado en la Cerámica Acanalada de finales del Neolítico. El diseño geométrico recuerda a la Cultura del vaso campaniforme y al trabajo de oro del Bronce Antiguo.
– Cultura de los Túmulos Armoricanos: Delimitada geográficamente a Bretaña y Normandía (Francia), se caracterizó principalmente por grandes túmulos funerarios de inhumación de hasta 40 metros de diámetro. Destaca el túmulo de Kernonen, que en la cámara mortuoria se hallaron tres cofres de madera que contenían hachas de bronce, puntas de flecha de sílex, brazaletes de arqueros, y tres puñales con empuñadura de madera en la que se introdujeron múltiples clavos de oro ínfimos que formaban figuras geométricas.
– Irlanda: Del Bronce Antiguo, se han encontrado excepcionales lunulae, láminas delgadas de oro que se llevaban en el cuello, en forma de cuarto creciente lunar y cuyos extremos acaban en pequeñas paletas. Además, podían estar decoradas con temas lineales y geométricos.
– Escandinavia: Destacan las figuritas zoomorfas de ámbar y los hallazgos insólitos de vestidos de la época en tumbas de Skrydstrup, Olby, Egtved… La pieza más extraordinaria es el carro de Trundholm (Zealand, Dinamarca). El carruaje ha sido interpretado como el sol arrastrado por una yegua, por lo que podría estar relacionado con elementos de la mitología nórdica. Está realizada en bronce y oro y se utilizó la técnica del repujado y la cera perdida en hueco. El disco solar se encuentra sobre unas ruedas conectadas a una estructura de cuatro ruedas sobre las que se encuentra la yegua. Además, el disco presenta una elaborada decoración de motivos de círculos concéntricos con bandas de decoración de zigzags entre los bordes.
1.3 Península Ibérica
En el Bronce Antiguo y Medio, en la Península Ibérica se desarrollaron diversas culturas, mostrando gran diversidad y heterogeneidad regional. Las culturas más destacadas son la Cultura argárica (Almería, Murcia, Granada, Jaén y Alicante), Bronce Valenciano, Bronce Manchego (Ciudad Real, Albacete, Toledo y Cuenca), la Cultura de Cogotas (Meseta norte y centro peninsular), , Bronce del noroeste, etc.
La Cultura argárica fue la cultura más relevante de la Península Ibérica en este periodo y de la que se han conservado bastantes restos arqueológicos en un excelente estado de conservación. Este complejo cronocultural es indicativo de los procesos de jerarquización que se extendieron por Andalucía oriental y parte del Levante español, aspecto que se refleja en los asentamientos y en las tumbas. Los asentamientos se establecieron en áreas de difícil acceso e incluso algunos contaban con fortificaciones. Los enterramientos se realizaban en cistas, tinajas o covachas bajo el suelo de las propias viviendas de planta cuadrada y construidas con piedra y adobe. Su pervivencia se extendió unos 800 ó 900 años, entre mediados del III milenio y mediados del II milenio a. C., desapareciendo bruscamente.
Los ajuares masculinos podían contener armas (alabardas, puñales, espadas…) y algunos objetos de oro (brazaletes, diademas…). Los ajuares femeninos albergaban objetos de decoración personal (pendientes, anillos, collares, brazaletes de plata…). Tanto en ajuares masculinos como femeninos se ha encontrado cerámica, que es una de las realizaciones más sobresalientes del Argar. La cerámica argárica se caracteriza por ser bruñida, oscura, lisa y de aspecto metálico, presentándose en vasos, cuencos carenados, y en copas de pie alto.
También destaca la producción de algunos objetos metálicos, como el brazalete áureo de Mengibar (Jaén) que muestra varias espirales enganchadas pendiendo de un aro abierto. Las espirales constituye un grupo de adornos muy numeroso y extendido, pero el de Mengíbar es único porque no muestra las espirales sueltas.
La producción de objetos áureos en la Península Ibérica no es cuantitativa ni cualitativamente muy significativa, aunque en la cultura argárica se han conservado algunos ejemplos. El oro, junto con otros elementos metálicos, se utilizó cuando los grupos sociales que formaron la cultura argárica, alcanzaron cierto grado de complejidad. El primer objeto áureo que se ha conservado de la cultura argárica, se estima que es la diadema laminar cerrada con apéndice discoidal de Caravaca (Murcia).
En la región valenciana se desarrolló el denominado Bronce Valenciano, cultura independiente de la cultura argárica. Sus características identificativas son la ausencia de enterramientos bajo las casas, la escasez de elementos metálicos y la inexistencia de algunos objetos cerámicos como copas o elementos carenados. Su cultura material se basa en los clásicos útiles líticos y óseos, y una metalurgia orientada fundamentalmente a las armas. Los adornos personales como colgantes, brazaletes, cuentas de collar, anillos, pendientes, espirales, etc. fueron realizados en su mayor parte en bronce y en escasas ocasiones en oro y plata.
El Bronce Manchego o también denominado Cultura de las Motillas, se extendió en gran parte de la provincia de Ciudad Real, Albacete, parte de Toledo y Cuenca. Esta cultura fue desarrollado por sociedades sedentaria cuya economía se basaba en la ganadería y agricultura. Se caracterizó por la construcción de asentamientos fuertemente fortificados en las denominadas «motillas» o eminencias topográficas que destacan sobre la llanura manchega. Las fortificaciones se basaban en murallas concéntricas en varios niveles escalonados, creando una apariencia de cerro artificial que facilitaba su defensa y el control del territorio circundante.
Uno de los yacimientos más relevantes del Bronce Manchego es el Cerro de la Encantada (Ciudad Real), donde se descubrieron estructuras interpretadas como edificios de culto y un altar de cuernos de argamasa de clara relación con el Mediterráneo oriental. Esto parece evidenciar la existencia de intercambios comerciales entre ambas orillas del Mediterráneo y/o contactos ideológicos y religiosos. El Cerro de la Encantada tuvo que tener una importante actividad metalúrgica pues se hallaron un posible horno de fundición y dos de fusión.
La Cultura de Cogotas, desarrollada en la Meseta norte y centro peninsular, destaca por el desarrollo de cerámica fina con una decoración muy peculiar con abundantes motivos de boquique formados por líneas zigzags y círculos concéntricos. La Cerámica de Boquique («punto en raya») es la característica más significativa de esta cultura. Se trata de cerámica negra con una decoración a base de excisiones en el barro y la incrustación de pasta blanca en él, lo que le proporciona un aspecto de resalte de los motivos geométricos.
Al Noroeste de la Península Ibérica se desarrolló una cultura de clara influencia atlántica. Destaca por una orfebrería de gran calidad con diademas, espirales, bandas, gargantillas de tiras y varias lunulae. Estos adornos personales presentan elementos de tradición local y otros de modelos importados de influencia bretona (espirales, cadenas…). Entre los hallazgos más importantes está el Tesoro de Caldas de Reis (Pontevedra) del que se ha conservado un peine, vasos, anillas, lingotes…, el Tesoro de Antas de Ulla (Lugo) con espirales de plata.
En cuanto al arte rupestre del noroeste peninsular destaca el excepcional ídolo-estela de Peña Tú (Llanes, Asturias). Se trata de un bloque de piedra donde se representó, mediante pintura y grabado, un antropomorfo muy idealizado junto con una espada y figuras humanas muy esquemáticas.
2. El arte del Bronce final
2.1 Encuadre histórico
El Bronce Final se desarrolló, aproximadamente, entre el 1300 y el 800-700 a. C., caracterizándose por los grandes movimientos migratorios que produjeron el contacto directo entre distintas sociedades y el cambio en el comportamiento funerario con la incineración de los cadáveres y su deposición en enormes necrópolis conocidas como «Campo de urnas«.
En los primeros siglos del Bronce Final, las civilizaciones micénica y minoica, y el imperio hitita anatolio se derrumbaron, lo que originó importantes movimientos migratorios. Esto hizo que se produjeran los primeros contactos directos entre sociedades plenamente históricas y comunidades prehistóricas del mediterráneo occidental.
El rito de inhumación en tumbas fue paulatinamente reemplazado por el rito de incineración de los cadáveres y la colocación de las cenizas en urnas cinerarias. Este hábito se extendió desde Centroeuropa hacia el resto del continente, extendiéndose más allá del Bronce Final, continuando durante la I Edad del Hierro. Las grandes diferencias sociales que se detectaban en los ajuares del periodo anterior desaparecen dando paso a unas ofrendas más normalizadas y homogéneas.
A partir del año 1000 a. C. se produjo un gran avance en la actividad metalúrgica con la incorporación del hierro y la mejora en las técnicas utilizadas. Los moldes bivalvos dan paso a moldes multipiezas y el método de la cera perdida.
En el Bronce Final, la mayor parte de la población se dedicaba a la agricultura y a la cría de ganado, estableciéndose sólidas redes de intercambio entre las distintas comunidades. A partir del 1100 a. C. surge una tendencia a la fortificación de las ciudades. Europa sufrió una transformación de los sectores productivos que provocaron cambios significativos en la estructura social con una mayor jerarquización y la aparición de una clase dominante formada por unos pocos individuos.
La Península Ibérica, por su situación geográfica, va a experimentar un importante desarrollo metalúrgico y comercial, siendo un periodo dinámico y original, de abundantes y fuertes contactos e influencias exteriores. El norte y oeste peninsular va a estar influenciada por una corriente atlántica procedente de las Islas Británicas, Irlanda, Bretaña, que van a traer una tecnología más evolucionada como la aleación de cobre-estaño y plomo. En las regiones del Mediterráneo, van a incrementarse el comercio, produciéndose contactos sólidos entre fenicios y griegos. El noreste peninsular se va a ver influenciado por la Cultura de Campos de Urnas procedente de Centroeuropa, extendiéndose por Cataluña y el valle del Ebro.
2.2 Europa
Durante el Bronce Final, el belicismo estuvo muy presente tal y como evidencia el incremento en la producción armamentística. El armamento ofensivo evoluciona con armas de mayor efectividad como la espada de lengüeta, de hoja pistiliforme, de lengua de carpa, las hachas de talón con una anilla, etc. Los escudos presentan cierta decoración repujada de nervios concéntricos y círculos de esferas o bullones. El grupo de las armas defensivas está formado por corazas y cascos de bronce, decorados con bullones y líneas. Muchas armas han aparecido en ricos y distinguidos ajuares funerarios, aunque a partir del siglo XII a. C. los ajuares presentan una mayor uniformidad.
En la isla de Zealand (Dinamarca) se han encontrado dos cascos de un carácter excepcional. Poseen cuernos encorvados en forma de lira y su cimera estuvo engalanada con plumas u otro tipo de cresta ornamental. Presentan una decoración con bullones, pareciendo los de mayor tamaño representar ojos por debajo de dos trazos arqueados en relieve. Por su factura, se relacionan estos objetos con actividades ceremoniales y rituales.
De los ajuares funerarios también se han conservado numeroso adornos y utensilios personales como diademas, aros, alfileres, torques, collares, etc. En la región nórdica de Europa la decoración en espiral va a tener un claro protagonismo, exportándolo a Centroeuropa.
Las urnas funerarias presentan una gran calidad estética, junto con otros recipientes de metal. Es común que los vasos metálicos se dispongan sobre un carro de ruedas, como el vaso de bronce de l ajuar de Acholshausen (Würzburg, Alemania) que se sitúa sobre un carro de cuatro ruedas que son empujadas por cuatro aves acuáticas. Los carros que portan vasijas de bronce son denominados kettles (hervidores de agua), cuya distribución geográfica se extiende por Dinamarca, los Balcanes, Hungría, Bohemia…
En el yacimiento de Dupljaja (Yugoslavia) se elaboró un carruaje de terracota que recuerda a los kettles metálicos. En esta pieza, el carro tiene tres ruedas que son tiradas por dos ánades. En el centro se encuentra una figura antropomorfa con rostro de pájaro, que ha sido interpretado como una deidad solar. El recurrente tema de las aves acuáticas ha hecho conferirlas un papel relevante en el simbolismo religioso de aquellas culturas.
Algunos historiadores atribuyen a estas sociedades del Bronce Final una religiosidad definida por el culto al sol. Los círculos radiados, las ruedas, los carros, los discos, «cono» u objetos de oro de forma cónica con decoración repujada de círculos, etc. todos ellos serían motivos que podrían ser un reflejo de estas creencias. También se han considerado objetos de culto algunas estatuillas antropomorfas, tanto masculinas (guerrero con casco de cuernos y hacha de Graevensvaenge) o femeninos (Faardal). Estas figuras se presentan arrodilladas y con un soporte en su base para fijarlas a carros rituales.
En Irlanda el trabajo del oro sigue siendo extraordinario, con conjuntos de piezas importantes por la originalidad de sus diseños y la complejidad técnica de su elaboración (grabado, troquelado, cincelado, repujado, etc.). Destaca el conjunto de piezas de oro que se registraron en el poblado fortificado de Mooghaun North (Condado de Clare, Irlanda). Con más de 140 objetos, estaba compuesto de collares anulares, brazaletes y torques, que presentan decoraciones geométricas (triángulos, círculos, rombos) y lineales.
En la región irlandesa también se han documentado centenares de objetos denominados dress-fastener o «botones». Son piezas pequeñas formadas por una barra doblada y dos extremos huecos expandidos, que tendrían un uso funcional para el ajusta de las prendas.
2.3 Península Ibérica
Durante el Bronce Final se produjo un cambio cultural en la Península Ibérica favorecido por las influencias exteriores y la evolución de la actividad metalúrgica, tal y como puede apreciarse en la adopción de una tipología de armas de origen europeo (espadas pistiliformes, de lengua de carpa, puntas de lanza de enmangue tubular…). Heredando la diversidad y heterogeneidad del Bronce Antiguo y Medio, en la Península Ibérica se van a desarrollar distintas culturas, destacando la zona sudoeste (Andalucía occidental, Extremadura y el Alemtejo portugués), la cultura de Cogotas (Meseta norte), la cultura de Campos de Urnas en el noreste peninsular, la zona noroeste y cantábrica que van a tener una clara influencia del ámbito atlántico, y finalmente el sureste y Levante, con influencias mediterráneas.
El sudoeste peninsular junto con Extremadura va a desarrollar una cultura con personalidad propia durante el Bronce Final. La existencia de minas de cobre y estaño entre el río Tinto y el Odiel de Huelva, y la emplazada al norte del Tajo en Portugal, va a hacer que se desarrolle considerablemente la metalurgia. Además, su posición geográfica le va a permitir tener contactos con la Europa atlántica y con el Mediterráneo central y oriental, experimentando un importante progreso.
De los objetos conservados del suroeste peninsular del Bronce Final, destacan los depósitos de armas, tesoros escondidas de piezas áureas, cerámica de tipo boquique (decoradas básicamente en la alternancia del punto -impreso- y la línea -incisa-), y las llamadas estelas o ídolos-estelas. Los ídolos-estelas del suroeste son losas de piedras grabadas en las que se reproducen figuras antropomorfas masculinas (guerreros) junto con armas (escudos, cascos, espadas, lanzas, etc.) y figuras femeninas muy esquemáticas junto con adornos (diademas…). Se comenzaron a realizar en torno al 1100 a. C., perdurando hasta aproximadamente el 800 a. C. Su origen y significado es controvertido pero se han interpretado como piedras sepulcrales de las élites guerreras, como posibles hitos que señalizaban rutas de comercio o vías, y como elementos simbólicos de exaltación de los guerreros difuntos. Esto podría evidenciar un cambio social más jerarquizado con una élite social más poderosa. Las estelas megalíticas, dotadas de representaciones mitológicas y símbolos del poder patriarcal que habían sido concebidas por las sociedades del Neolítico y la Edad del Cobre como protectoras de las casas, pasan a convertirse en ídolos-estelas al servicio de la gloría de un líder militar.
La Cultura de Cogotas alcanza su máximo esplendor cuya manifestación estética más señalada es la cerámica por su buena factura y uniformidad de formas (vasos globulares, cuencos troncocónicos, fuentes de carenas altas). Esta cerámica presenta una decoración geométrica como triángulos, zigzagas, ajedrezadas, realizadas mediante diversas técnicas como la excisión, incisión, puntillado, impresión y boquique.
La Cultura del Campo de Urnas, procedente de Centroeuropa se extendió por el noreste peninsular (Cataluña, Castellón, Aragón, Navarra y País Vasco). Se implanta un nuevo rito funerario de incineración en urnas agrupadas en extensas necrópolis. La urna más característica es la cerámica bitroncocónica de perfil carenado y con acanaladuras.
En el noroeste peninsular y la región cantábrica recibe influencias del ámbito atlántico, trasladándose a su cultura material y orfebrería. Se han conservado calderos de cobre con remaches de origen irlandés como en Cabárceno (Cantabria), pulseras y torques de oro de influencia irlandesa como en el Tesoro de Rianxo (Coruña), cuencos de oro de Axtroki (Guipúzcoa) muy relacionados con ejemplares de los países nórdicos, etc.
En el sureste y Levante, tras la desaparición de la Cultura argárica, pasarán a recibir influencias de la Meseta y las regiones del suroeste. Lo más destacable son los trabajos de orfebrería, tal y como lo atestiguan el Tesoro de Cabezo Redondo y el Tesoro de Villena (Alicante), compuesto de botellas de oro y plata, cuencos y adornos de oro.
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