MESOPOTAMIA
TEMA 1. MESOPOTAMIA
1. Introducción
La región de Mesopotamia, situada entre los ríos Éufrates y Tigris, está formada por dos unidades geográficas bien diferenciadas: una al norte, de carácter montañoso, y otra al sur constituida por una llanura aluvial. De hecho, los griegos denominaron Mesopotomia («entre ríos») a la parte septentrional, mientras que la parte más meridional la denominaron «Babilón». Posteriormente, Plinio el Viejo asignaría el término «Mesopotamia» a todo el territorio por el que discurren los dos ríos, coincidiendo con el actual país de Irak y algunas partes de Siria y Turquía.
En la región montañosa del norte de Mesopotamia, con un marcado clima continental, se van a asentar los Asirios, mientras que al sur, en las fértiles tierras de la llanura aluvial. se va a desarrollar la cultura de Súmer (IV – III milenio a. C.) y la cultura de Babilonia (II – I milenio a. C.).
La cronología de Mesopotamia comienza en el sur en el IV milenio a. C., cuando un nuevo grupo humano, los sumerios, se instalaron sobre una población ya preexistente en la zona. Hacia el año 3900 a. C., los sumerios accedieron al poder político y establecieron el denominado «País de Súmer». La cultura sumeria se desarrolló durante el IV y el III milenio a. C., distinguiéndose distintos periodos:
– Periodo de Uruk (3900 – 2900 a.C.)
– Periodo de Ur y Lagash (2900 – 2340 a.C.) o Período Dinástico Arcaico
– Domino Acadio (2340 – 2200 a. C.)
– Renacimiento Sumerio (2200 – 2004 a. C.)
A finales del III milenio a. C., los ataques de los amorreos, procedentes de Arabia, provocaron la caída de Súmer. Comienza un nuevo periodo en el que el nuevo centro de poder será la ciudad de Babilonia. Los amorreos inician en Mesopotamia meridional la denominada Época Paleo-Babilónica, mientras que en la parte septentrional se va a desarrollar el Imperio Paleo-Asirio.
Babilonia, al sur, y Asiria, al norte de Mesopotamia, van a rivalizar durante el II milenio a. C. por alcanzar la supremacía y el poder sobre la zona. En el año 1760 Hammurabi derrotó y conquistó a los asirios que pasaron a formar parte del Primer Imperio Babilónico. Sin embargo, en el año 1595, los casitas tomaron la ciudad de Babilonia, provocando la caída del Imperio Babilónico e iniciando en Mesopotamia meridional la denominada Época Intermedia. Los asirios recuperaron el control de Mesopotamia septentrional, desarrollándose, hacia el año 1400 a. C., el Imperio Medio Asirio.
A principios del I milenio a. C., los asirios van a conseguir someter a Babilonia, expandiéndose rápidamente y estableciendo el Imperio Neo-Asirio. Las continuas guerras y enfrentamientos de los asirios contra medos, babilonios y escitas provocó el fin del Imperio hacia el año 609 a. C. Babilonia recuperó su independencia y comenzó la Época Neo-Babilónica que duraría hasta la invasión persa del año 539 a. C.
2. Pueblos, lenguas y culturas
Las características geográficas y la fertilidad de Mesopotamia favorecieron la existencia de grandes flujos migratorios de diversos pueblos como los sumerios, acadios, amorreos, asirios, casitas, arameos… etc. Muchos de estos pueblos eran de origen semita, es decir, poseían un mismo origen lingüístico (lenguas semíticas), pese a estar constituidos por un conjunto heterogéneo de etnias. Así pues, la clasificación de estos pueblos se basa en su lengua y cultura, pero no a un contenido étnico.
Pueblos semitas | Pueblos no semitas |
---|---|
Acadios | Sumerios |
Amorreos | Casitas |
Asirios | |
Arameos | |
Caldeos |
. Sumerios
El idioma sumerio, de carácter aglutinante, no estaba emparentado con ninguna lengua de la región (ni semita ni camita), por lo que procederían de Asia Central. Desde ahí, se fueron introduciendo en Mesopotamia meridional, llegando a acceder al poder político e iniciando el periodo denominado «País de Súmer».
. Acadios
La cultura sumeria recibió aportaciones de una nueva población de lengua semítica, los acadios. Probablemente procedían de Siria y se establecieron en la parte norte de Mesopotamia meridional. En el año 2340 a. C. consiguen dominar a los sumerios, formando el Imperio Acadio. Se establece la lengua acadia como la lengua común de toda la Mesopotamia meridional, aunque se conservará la lengua y cultura sumeria durante el Dominio Asirio y posteriormente durante el periodo del Renacimiento Sumerio.
. Amorreos
Tras la conquista de Súmer, los amorreos van a adoptar el acadio que va a evolucionar en dos variantes principales: el babilonio al sur y el asirio al norte de Mespotamia. El sumerio va a desaparecer como lengua hablada aunque se mantendrá en el ámbito religioso. El acadio babilonio se impondrá como lengua vehicular en toda Mesopotamia, adoptado para un entendimiento común entre los diversos grupos poblacionales de diferentes lenguas maternas que se sucedieron en la región durante el II y I milenio a. C.
. Arameos
A partir del I milenio a. C., un grupo semita procedente de Siria, los arameos, se asientan en Asiria. Pronto, su lengua va a adquirir mayor importancia porque su sistema de escritura no está basada en la escritura cuneiforme sino en escritura alfabética. Esto hace que sea mucho más sencilla y que se extienda su uso muy rápidamente. Durante el Imperio Neo-Asirio, el arameo será lengua oficial, convirtiéndose en la lengua vehicular utilizada más allá incluso de Mesopotamia.
3. La escritura y los sellos
La región de Mesopotamia, por su situación geográfica, supuso una verdadera encrucijada entre Europa, Asia y África. Las diversas vías de comunicación que ponían en contacto a Mesopotamia con el resto, hizo posible el intercambio de mercancías, grupos humanos e influencias culturales y artísticas. Surgió un intenso comercio en el que las mercancías eran marcadas a través de un sello de piedra o hueso en los que se grababan ciertos signos con la finalidad de dar autenticidad a las transacciones comerciales o para marcar la propiedad de la mercancía. Estos sellos, anteriores a la escritura, podían ser planos o cilíndricos, en cuyo caso se hacían girar sobre arcilla fresca para que dejaran la impronta de su dibujo grabado.
Estas marcas de sellos, junto con marcas de signos numerales que se realizaban sobre bolas de arcillas, constituyen la forma más primitiva de escritura documentada en el Próximo Oriente. El origen de la escritura está ligado, por tanto, a la práctica económica.
Procedentes de Uruk, estos signos se extendieron y difundieron a través de las rutas comerciales, conservándose ejemplos en Nínive, norte de Mesopotamia, Siria, etc… Estos primitivos signos no eran pictogramas, por lo que es posible que los pictogramas surgieran en una etapa posterior como recurso para dar entender un texto escrito a quienes no sabían leer esos signos.
De la antigua ciudad de Uruk, entre el 3400 a. C. y el 3100 a. C., se han conservado numerosas tablillas de arcilla con signos no pictográficos, pero cuyo sistema de escritura presenta una mayor complejidad. La escritura se realizaba sobre barro fresco a través de un cálamo cuya punta estaba recortada con una forma determinada. Posteriormente, la tablilla se horneaba para que el registro no pudiese ser modificado y los datos relativos a la transacción económica no fuesen alterados. Este sistema de escritura se ha denominado escritura cuneiforme debido a que las improntas del cálamo tienen forma de cuña.
La escritura cuneiforme tiene una variante que se utilizó en soporte duro como en los sellos de piedra o hueso. Los signos cuneiformes eran grabados mediante un punzón, de modo que cuando se hacía rodar el sello sobre barro fresco, dejaban la impronta de los signos grabados. Así pues, el funcionamiento de los sellos tiene la misma finalidad que la escritura grabada en arcilla.
El uso de la escritura cuneiforme se fue extendiendo, primero por toda la región de Babilonia y posteriormente por Asiria. Este sistema no sólo sirvió para transcribir el idioma sumerio, sino que fue utilizado para el acadio, (con sus dos variantes, el babilonio y el asirio), elamita, hitita… etc. A lo largo de los tres mil años que se utilizó este sistema de escritura sirvió para escribir unas cincuenta lenguas distintas.
La escritura cuneiforme está formada por signos que tienen un valor fonético silábico. Sin embargo, un mismo signo cuneiforme podía representar distintas sílabas y a su vez, varios signos podían representar la misma sílaba. Por ello, en algunos conjuntos de tablillas, como los de Uruk, se han encontrado hasta 2000 signos cuneiformes diferentes. En los siglos sucesivos, tal variedad se redujo enormemente, hasta que durante el Domino Acadio, eran usados con asiduidad unos 600.
En la antigua ciudad sumeria de Shurupak, se han encontrado numerosas tablillas fechadas hacia el año 2500 a. C. que evidencian la importante mezcla de población sumeria y semita, característica de la fase que precedió al Dominio Acadio o Periodo de Acad.
4. Uruk: un primer modelo de ciudad-estado
El sur de Mesopotamia se caracteriza por sus altas temperaturas y escasez de lluvias. Así pues, para aprovechar la fertilidad de las tierras era necesario un cultivo intenso de regadío a través de canales que recogían el agua del Tigris y del Éufrates y la distribuían por la tierra cultivable. Todo ello exigía cierta organización territorial y que los trabajos estuvieran coordinados.
La llegada de la población sumeria a Mesopotamia meridional introdujo sistemas mejor organizados, una explotación territorial más eficaz y un modelo de economía redistributiva. El modelo de economía redistributiva se basa en que cada individuo perteneciente a una comunidad tiene la obligación de generar y entregar, en el momento establecido para ello, una determinada cantidad de un producto, y a cambio recibe de un almacén central de esa comunidad una determinada cantidad de los productos necesarios para cubrir sus necesidades. En el caso de no conseguir generar la cantidad exigida, el individuo sigue recibiendo alimento pero adquiere una deuda con la comunidad. El modelo redistributivo no solo es aplicable a la producción, sino también al pago de servicios prestados por elementos improductivos (personal administrativo, religioso, militar…), aunque en estos casos, estos servicios no generaba deudas. Se contribuye con ello a la estratificación social y a la diferenciación social entre quienes producen y quienes controlan la producción. Esta organización compleja, estratificada y jerarquizada exige la configuración en torno al palacio de un grupo dedicado al control, funcionamiento y defensa de bienes e intereses de todo el sistema. Este grupo, bajo el control y dirección del rey, poseían autoridad sobre la gran masa de trabajadores, controlándoles y organizándoles para que toda la comunidad funcionase.
Todo ello conlleva la formación de los primeros estados y las primeras ciudades que asegura la administración de los recursos materiales y humanos. Entre el 3400 a. C. y el 3100 a. C., Uruk se convierte en el centro de poder más importante, difundiendo el modelo de economía redistributiva a toda la región. Sin embargo, entre el 3100 a. C. y el 2900 a. C. (denominado Periodo Yemdet Nasr o Uruk IV), surgen ciertos cambios. Alrededor de la ciudad de Uruk se levanta una muralla defensiva, lo que indica una posible situación bélica con ciudades rivales como Kish. Esta ciudad, en el norte de Mesopotamia meridional, alcanzó un gran desarrollo adoptando una organización social diversa. Kish es la primera ciudad en la que se asienta población de origen semita, instaurando ciertos cambios respecto al modelo de Uruk. Según algunos documentos hallados en Kish, la administración del palacio era llevada a cabo por un individuo, denominado «en«. Además, poseía derechos sobre una importante cantidad de las tierras.
Se establece en Kish un modelo redistributivo con un mayor margen para la propiedad privada. A los campesinos se les exige la entrega de cantidades determinadas, que si no consiguen aportarla generan una deuda pero que si consiguen generar una cantidad mayor, se quedan con ese excedente. El campesino puede comerciar con ese excedente, al margen del sistema, para adquirir los productos que necesite. El excedente funciona como propiedad privada con la que pueden hacer préstamos y transacciones lucrativas. La propiedad del suelo corresponde a los templos y palacios, aunque el control y gestión de la tierra genera ciertas relaciones de poder entre determinadas personas que funcionan como relaciones de propiedad.
Este sistema «mixto» basado en un modelo redistributivo junto con la propiedad privada creó un impresionante desarrollo del crédito y la banca en Mesopotamia. Sin embargo, no fue un modelo estable porque presenta una tendencia natural al abuso de poder por parte de los que controlan y dirigen la producción y a una sobreexplotación de los campesinos.
La Lista Real Sumeria (un documento realizado en sumerio por escribas de Mesopotamia donde se refleja la sucesión de monarcas desde los primeros tiempos hasta Hammurabi), determina que tras el Diluvio, la realeza descendió del cielo y se estableció en Kish. Se instaura en esta ciudad una primera dinastía de monarcas, de claro origen semítico, pues los nombres de los monarcas dispuestos en la Lista Real Sumeria corresponden a palabras acadias.
A principios del III milenio a. C., el monarca de Kish es Etana, presentado en la Lista Real Sumeria como el pastor que ascendió al cielo y consolidó todos los territorios extranjeros. Sobre la figura de Etana se gestó una leyenda que nos ha llegado a través de numerosos sellos. En total se conocen tres versiones: una versión paleobabilónica, otra en asirio medio y una tercera en tardoasirio procedente de Nínive, dos mil años posterior al personaje. El mito de Etana cuenta la existencia de un árbol, el árbol de la vida, que es habitado en su copa por un águila y en sus raíces por una serpiente. Para subsistir, en vez de hacerse la competencia en la búsqueda de alimento, juran ante el dios del sol Shamash (Utu para los sumerios) que colaborarán y compartirán los alimentos entre sus crías. Sin embargo, un día el águila se come a las crías de la serpiente, por lo que es castigada y encerrada en un pozo. Etana decide liberar al águila a cambio de que le lleve hasta el cielo para conseguir la planta que le permita tener un hijo. Todo el mito parece ser un símbolo de la necesidad de trabajar en común para la obtención de alimentos, justificando el modelo redistributivo, y la protección de la descendencia.
Sello acadio (hacia el 2400 a. C.). Aparece el pastor Etana ante el águila que habita en la copa del árbol de la vida, y montado sobre ella para ascender hasta el cielo.
5. La ciudad como centro de poder
La ciudad sumeria se estructuraba en torno a un gran edificio que aglutinaba las funciones religiosas y civiles. Se trataba del templo-almacén, lugar de culto y centro donde se desarrollaban las actividades económicas, almacenaban los alimentos y se hacía el reparto de los productos. No existía, por tanto, una distinción entre las funciones civiles y religiosas.
Cada ciudad se construía en nombre de una divinidad, existiendo una relación muy estrecha entre ambos, de tal modo que si una ciudad era saqueada o destruida significaba también la desaparición de la divinidad. Este concepto no sólo se limita a Sumer, sino que se extenderá por toda Mesopotamia, llegando hasta Irán, Anatolia o Siria, prolongándose durante siglos, como en el Imperio Neo-Asirio (934 a. C. – 609 a. C.).
En época sumeria, Uruk fue el centro de mayor importancia (3900 a. C. – 2900 a. C). La ciudad era gobernada por el en, un «príncipe-sacerdote» que dirigía las funciones civiles y religiosas, aunque probablemente en este Periodo de Uurk, la figura monárquica no existía aún. Se han conservado sellos cilíndricos de Uruk con representaciones del «príncipe-sacerdote» vestido con una falda con forma de red, barba y en las más variadas actividades: batallas, rituales religiosos, cacerías, etc…
Al estar cada ciudad identificada con una deidad, los sumerios desarrollaron una rica mitología con numerosas divinidades de carácter antropomorfo que representaban las fuerzas cósmicas y terrestres. La religión sumeria influenció a toda la mitología mesopotámica, sobreviviendo en las mitologías y religiones de los hurritas, acadios, babilonios, asirios y otros grupos culturales.
Existió una Primera Tríada de dioses principales compuesta por ANU, ENLIL y ENKI (EA en acadio), dioses del cielo, la atmósfera y la tierra, respectivamente, y una Segunda Tríada formada por NANNA (SIN en acadio), INANNA (ISHTAR en acadio) y UTU (SHAMASH en acadio), dioses de la luna, la fertilidad y el sol.
En el denominado «Sello de Adda», sello acadio del año 2300 a. C. conservado en el British Museum, aparecen representados los dioses más importantes de la mitología acadia que hereda de la mitología sumeria.
La inscripción cuneiforme identifica al propietario del sello, Adda, como un escriba (dub-sar). Las figuras corresponden a divinidades tal y como indican los sombreros con múltiples cuernos. En el centro de la escena se sitúa el dios Sol, Shamash (Utu en sumerio) emergiendo del Monte Mashu. De sus hombros salen rayos solares y en su mano izquierda lleva una sierra con la que corta las montañas para poder aparecer cada amanecer. También podría ser un símbolo de la justicia que imparte, pues Shamash es el dios del Sol y de la justicia. Junto a él se sitúa una figura femenina alada. Se trata de la diosa Isthar (Inanna en sumerio), diosa de la fertilidad (simbolizado con el racimo de dátiles que lleva en su mano izquierda), del amor y de la guerra (señalado por las armas que salen de sus hombros). Junto a ella crece un árbol que se podría considerar una representación del Árbol de la Vida. La figura que de sus hombros brota dos corrientes de agua es el dios Ea (Enki en sumerio), dios de las aguas subterráneas y de la sabiduría, y tras él, se encuentra su visir Usimu, representado con dos caras. El pájaro que vuela entre Isthar y Ea es el dios Anzû (Imdugud en sumerio), dios del Viento del Sur y las nubes de tormenta, que robó Las Tablillas de los destinos. Finalmente, la figura armada con un arco, no ha sido identificado con seguridad, aunque probablemente sea una representación de un dios de la caza como Nusku.
Cada ciudad quedaba bajo la protección de un dios patrono cuyo templo era el más importante de los existentes en la comunidad (el dios Enki en la ciudad de Eridu; Nanna en Ur; Ningirsu en Lagash, Enlil de Nippur, etc.) La diosa Inanna era la protectora de la ciudad de Uruk, en donde se construyó el mayor templo dedicado a ella: el santuario de E’anna. En este santuario se encontró un objeto de gran importancia: el «Vaso sagrado de Warka». Procedente de un nivel arqueológico del 3000 a. C., se trata de un vaso de alabastro de estructura cilíndrica sobre un alto pie cónico. La decoración se estructura en tres bandas horizontales que reproducen la presentación de las primicias del campo y de la ganadería a la diosa Inanna. La banda inferior está dividida en dos por una doble línea ondulada, que simboliza el agua, base de la vida. Debajo del agua se muestran plantas y árboles como espigas de cebada, palmeras datileras…, mientras que por encima aparece una procesión de animales (ovejas y carneros) destinados al sacrificio. En la banda central se disponen nueve sirvientes desnudos que portan cestos repletos de cereales y frutas, copas y jarras de libación. Finalmente, en la banda superior una figura femenina, que podría corresponderse con la diosa Inanna, recibe el cortejo. Cubierta con largo manto y tocada con una hermosa cabellera con protuberancias (probablemente un sombrero con cuernos que indica su divinidad), presenta las manos en gesto de acogida. Ante ella, un hombre desnudo le ofrece un cesto de frutas. El conjunto se ha interpretado como la celebración del matrimonio sagrado entre el En de Uruk y la diosa de la ciudad, Inanna.
6. El enigma de las tumbas de Ur
A principios del III milenio a. C., comenzó una nueva fase en la historia de la cultura sumeria, finalizando el denominado «Periodo de Uruk«. Según los textos sumerios, los dioses castigaron a los hombres con un gran diluvio. Los estudios arqueológicos revelan que a principios de este periodo se produjeron importantes transformaciones en el paisaje de Mesopotamia meridional: los cursos fluviales cambiaron aumentando el caudal de los ríos más grandes. Se propició un crecimiento de las ciudades situadas a las orillas de los grandes ríos frente a las zonas agrestes, produciéndose movimientos migratorios de las poblaciones rurales hacia las ciudades, consolidando el modelo urbano. Numerosas ciudades comenzaron a adquirir mayor importancia como Kish, Ur, Lagash, Umma, etc, que acabaron con la hegemonía de Uruk. Se finalizaba el «Periodo de Uruk» (3900 – 2900 a.C.) y comenzaba un nuevo periodo: el Período Dinástico Arcaico (2900 – 2340 a.C.). Este periodo se caracterizó por la continua rivalidad entre las diferentes ciudades del sur de Mesopotamia y por la gran inestabilidad política. Cada ciudad estaba regida por una dinastía, representativa a su vez de un dios, que luchaba por conseguir la hegemonía sobre el territorio. En este periodo destacaron especialmente la importancia que alcanzaron las ciudades de Ur y Lagash.
El descubrimiento en 1922 del Cementerio Real de Ur puso de manifiesto la relevancia y riqueza que esta ciudad consiguió. El hallazgo sacó a la luz 16 tumbas de los reyes de la Primera Dinastía de Ur, provistos de un rico ajuar funerario con objetos de oro, plata, nácar y lapislázuli. Fechadas hacia el 2550 a. C., muestran la importante acumulación de riqueza que alcanzó la ciudad de Ur, probablemente relacionada con el desarrollo de la figura monárquica. Entre los objetos encontrados destacan arpas, liras, barcos, copas, alfileres, joyas, etc. Sin embargo, lo más impactante fue el hallazgo de los cadáveres de los sirvientes junto a vasos de beber, lo que indica que éstos pudieron ingerir veneno para acompañar a los difuntos y morir junto a ellos. Todo el cortejo fúnebre, como músicos o como los bueyes que fueron utilizados para el transporte del difunto, fueron sacrificados y enterrados en la tumba real.
En una de las Tumbas Reales de Ur, identificada como la tumba de la Reina Puabi, se encontró el Estandarte de Ur, objeto que muestra la maestría sumeria en el trabajo de la taracea. Se trata de una pieza de pequeño tamaño decorada por ambas caras a través de dos paneles: los llamados «Panel de la guerra» y «Panel de la paz», cuya finalidad se desconoce pero que pudo haber sido la caja de algún instrumento musical o un arma. En la composición de la obra se empleó la técnica de los registros superpuestos, otorgando orden y un sentido narrativo al conjunto. A través de ciertos convencionalismos del arte oriental, como la jerarquía de tamaño o la ley de frontalidad, el Estandarte de Ur es un magnífico testimonio histórico de las costumbres propias de los sumerios con representaciones de escenas de la vida cotidiana como actividades económicas, transporte de mercancías, etc.
En el Panel de la guerra aparecen tres bandas horizontales que deben leerse de abajo arriba. En el registro inferior presenta carros de cuatro ruedas macizas tirados por onagros (asnos salvajes domados) arrollando enemigos. Estos carros de guerra eran muy pesados y poco manejables, por lo que no era usual utilizarlos en combate sino para transporte. La invención de la rueda radiada y con llanta, mucho más ligera, data del II milenio a. C. y permitió que los carros de guerra fuesen mucho más eficaces. En la banda intermedia, un pelotón de infantería vigila a unos prisioneros. El desfile termina ante el rey que se dispone en la parte central del friso superior. El rey, de mayor tamaño para indicar su jerarquía, está escoltado por tres hombres armados y con su carro detrás.
En el Panel de la paz, los registros inferiores presentan a hombres cargados de sacos y fardos, a pastores, un pescador y un trampero que aportan diferentes animales. Esta procesión podría reflejar la entrega de tributos o bien la entrega de los productos requeridos a los campesinos de acuerdo al modelo de economía redistributiva. En el friso superior aparece el rey en un banquete, bebiendo y conversando con sus dignatarios mientras alguien toca una lira adornada con una cabeza de toro (una lira con esta misma ornamentación se encontró en otra de las Tumbas Reales de Ur).
7. Funcionamiento de la economía redistributiva
Junto con Ur, la ciudad de Lagash adquirió gran importancia en el Periodo Dinástico Arcaico. A mediados del III milenio a. C. se establece la Primera Dinastía de Lagash, iniciando una política que supuso una mejora económica para la ciudad. Se erigieron nuevos templos en honor de su divinidad protectora, Ningirsu, con el fin de atraer la benevolencia divina para la descendencia de los monarcas y para Lagash. Uno de los reyes sumerios que más contribuyó a la realización de trabajos arquitectónicos en Lagash fue Ur-Nanshe, que gobernó entre los años 2494 a. C. al 2465 a. C. A lo largo de su reinado, Ur-Nanshe estableció una fuerte estructura política, militar y económica, mejoró la construcción de canales de riego, aumentó el tamaño de las murallas para una mejor protección y mandó construir y restaurar numerosos templos.
Se han conservado cuatro placas votivas en las que aparece Ur-Nanshe como constructor de templos. La placa más importante es la que se encuentra en el Museo del Louvre, cuya superficie aparece dividida en dos registros: en el superior se representa al rey de pie, portando una cesta con ladrillos en su cabeza, y en el friso inferior, sedente en actitud de llevar a cabo una libación. Para realizar este acto religioso, el rey lleva en la mano un vaso sacro con el que se rociaba agua purificada. En ambos registros, y a menor tamaño, aparece su copero y sus hijos, entre ellos Akurgal, el heredero del trono.
De este periodo, se han conservado también numerosos documentos y registros que han permitido conocer con mayor profundidad el engranaje económico de la ciudad-estado de Lagash. que continúa el modelo de economía redistributiva llevado a cabo durante el Periodo de Uruk, pero que ahora se introduce la figura del monarca y una población con un componente semítico mayor. La tierra, la ganadería, la producción textil, la pesca, la producción de madera, el comercio… se encontraba centralizado bajo un modelo redistributivo. En los templos-almacenes se realizaban la entrega de los productos requeridos, quedando todo ello registrado y documentado. En las tablillas se inscribía lo que aportaba cada individuo y lo que se le proporcionaba, junto con un balance de las existencias.
El control de la producción, la fijación de la cantidad de los productos a entregar y la administración de todos los recursos requería un aparato burocrático de gran complejidad, cuyo responsable era la sacerdotisa del templo, que en algunos casos era la esposa del rey. Toda esta gestión necesitaba de un gran número de personal que contaba con ciertos privilegios y poder sobre los que tenían que trabajar para entregar la producción exigida.
El trabajador recibía lo que se consideraba necesario para su subsistencia y para producir lo requerido. Si no podía entregar lo debido, ya fuese por una mala cosecha por causas naturales o humanas, quedaba pendiente la deuda, acumulándose para el siguiente ejercicio. El sistema, por tanto, propiciaba el endeudamiento, cada vez mayor, de los trabajadores, pues en muchos casos era imprevisible el resultado de la producción.
8. Las reformas de Urukagina
En Lagash, el modelo de economía redistributiva empezó a ser insostenible cuando gran parte de la población estaba tan adeudada que no podía hacer frente a las deudas. Además, individuos del aparato burocrático empezaron a ejercer como prestamistas, creándose unas relaciones de gran dependencia entre los deudores y los acreedores. Aumentó la diferenciación social, con un estrato cada vez más oprimido y endeudado frente una élite con mayor poder y riqueza. El crédito privado o usura, se ejerció con unos intereses desproporcionados, transformando el modelo redistributivo inicial y generando una crisis que ponía en peligro la continuidad del sistema.
Los administradores imponían al trabajador una cantidad elevada de producción a entregar. Como éste no conseguía llegar a producir todo lo exigido, se ofrecían como prestamistas a cambio de un interés del 33% para el cereal o de un 20% para la plata. El trabajador se convertía de manera indefinida en deudor, ya fuese de deuda pública o de privada, o de ambas a la vez.
Hacia el año 2350 a. C. el último rey de la Primera Dinastía de Lagash, Urukagina realizó importantes reformas sociales para atajar la crisis que amenazaba la disolución de la ciudad-estado. En nombre de Ningirsu, el dios protector de Lagash, Urukagina ordenó la protección de los débiles (huérfanos, viudas…), la supresión de los impuestos, la protección contra la usura, el robo y la extorsión por parte de los funcionarios, condonó las deudas y combatió la corrupción. Con ello pretendía frenar los excesos de la élite y reducir las diferencias de las clases sociales para ganarse el apoyo de un mayor número de individuos. Sin embargo, la falta de apoyo entre la élite, quienes proporcionaban la defensa de la ciudad, hizo que Lagash fuese vulnerable a una amenaza militar. Cuando Lugalzagesi, rey de Umma, aprovechándose de la situación, atacó a Lagash, la ciudad no tuvo el suficiente apoyo militar. Sin un ejército fuerte y sin fondos para constituir uno, Urukagina se vio forzado a huir, finalizando con él la Primera Dinastía de Lagash.
Tras la victoria sobre Lagash, Lugalzagesi comenzó la conquista de las ciudades vecinas como Ur, Uruk y Kish, llegando a unificar por primera vez todo Súmer. Sin embargo, hacia el año 2271 a. C., un contingente de 5000 hombres dirigidos por Sargón de Acad vencieron a Lugalzagesi en la denominada Batalla de Uruk. Con ello, todo Súmer quedaba sometida al Imperio Acadio que se había comenzado a formar desde el año 2340 a. C. y que duraría hasta aproximadamente el 2200 a. C. La irrupción de los acadios al poder supuso la sustitución de la organización estatal sumeria, basada en la polarización de poder en ciudades-estado, por la de un estado imperialista, fuerte y centralizado, gobernado por un rey al que se revistió de cualidades divinas.
El corazón de la civilización mesopotámica había surgido en el sur, en Sumer, influyendo, a través de los ríos Tigris y Éufrates, lugares tan dispares como Persia, Anatolia, Siria o Egipto. Sin embargo, al norte de Sumer, se establecieron habitantes que no eran sumerios, sino que hablaban una lengua semítica: los acadios. Con la ascensión de Sargón de Acad, este grupo que hasta entonces había permanecido desarticulado, se afirmó y tomó el mando.
El Dominio Acadio (2340 a. C. – 2200 a. C.) desempeñó un importantísimo cometido político y cultural en la historia de Mesopotamia, pese a tratarse un periodo efímero. Sargón, jefe de un importante ejército y cabeza de un sistema burocrático bien organizado, fundó un Imperio que traspasó los límites de Mesopotamia, llegando hasta la Península de Anatolia, el Mediterráneo y otras «áreas periféricas». Mediante un estado centralizado de corte absolutista y a través de sus sucesores, Sargón mantuvo la cohesión del Imperio durante más de un siglo, rompiendo de este modo con la tradición de las ciudades independientes sumerias.
El Imperio llegaría a su máximo poderío en tiempos de Naram-Sin (2254 a. C. – 2218 a. C.), nieto de Sargón. A comienzos de su reinado tuvo que hacer frente a una rebelión generalizada de más de veinte ciudades del Imperio, a los que venció con contundencia y aplicó una durísima represión, como en la ciudad de Uruk o Kish. Su gran victoria fue aprovechada para proclamar su divinidad, algo que no había tenido precedentes en Mesopotamia. A partir de ahí, Naram-Sin se lanza a la conquista de nuevos territorios, como la región de Alepo o el Sinaí. Todos sus triunfos y su autoproclamación como dios fueron registradas en la denominada «Estela de Naram-Sin» (ca. 2250 a. C.), conservada en el Museo del Louvre.
La Estela de Naram-Sin, de arenisca roja, conmemoraba la victoria de Akkad sobre el Elam. Con casi dos metros de altura, la estela reflejaba la grandeza del poder del monarca y su carácter divino pues aparece representado con la tiara de cuernos, atributo reservado a los dioses. Bajo su figura se sitúan soldados que han sido tratados individualmente, no como una masa compacta. El conjunto asciende por una montaña, mientras los vencidos, en el lado opuesto, se muestran aplastados por el poder del rey. Toda la composición subraya la importancia del monarca, representado en la parte más alta de la estela y a mayor escala que el resto de los personajes.
Dentro de las representaciones del poder real acadio, también se ha conservado una escultura de bronce de tamaño natural. Esta pieza, que fue mutilada intencionadamente cortándole las orejas y quitándole las incrustaciones, podría representar a Sargón o a Naram-Sin. La cabeza, de fina y aquilina nariz, de labios carnosos y bien perfilados, de larga y cuidadosa barba y cabellos recogidos, irradia ante todo la belleza idealizada del monarca. Su elaboración conllevó el empleo de una nueva técnica, la del vaciado, con la que se consiguió dar volumen a la figura, sobre la cual fueron luego precisados los detalles mediante el empleo del buril.
Con los sucesores de Naram-Sin se inició en el Imperio Acadio un importante proceso de inestabilidad, determinado por el estallido de rebeliones internas y por las incursiones de pueblos procedentes del exterior, como los gutis. Procedentes de los montes Zagros, los gutis se aliaron con una coalición de ciudades sumerias y consiguieron acabar con la hegemonía del poder acadio. Tras la caída del Imperio Acadio, los sumerios recuperaron parte de su hegemonía y alcanzaron un nuevo periodo de florecimiento. Bajo el gobierno de la Segunda Dinastía de Lagash, la ciudad adquirió una fuerte preeminencia sobre las demás, estableciéndose un fuerte poder político con Gudea hacia el año 2150 a. C. Sin embargo, la independencia de esta ciudad terminó cuando desde el sur de Mesopotamia, el rey Ur-Nammu, de la ciudad de Ur, fundó la Tercera Dinastía de Ur y reunificó el reino conquistando numerosas ciudades sumerias (Nippur, Lagash, Uruk, Larsa…) y expulsando a los gutis. La recuperación del poder por parte de los sumerios, tras el dominio acadio, tanto a través de la Segunda Dinastía de Lagash y la Tercera Dinastía de Ur, es denominado «Renacimiento Sumerio«, pues desde sus particulares aportaciones contribuyeron a crear una nueva realidad cultural, política y artística a partir de la asimilación de la tradición sumerio-acadia.
9. Ur-Nammu y la construcción de una sociedad justa
Con el reinado de Ur-Nammu (2112 a. C. – 2094 a. C.) se inicia la Tercera Dinastía de Ur que supuso una nueva etapa de esplendor en Mesopotamia. Ur-Nammu promovió importantes reformas en la administración para evitar la corrupción del modelo económico redistributivo y la construcción de infraestructuras para unir las ciudades de Mesopotamia central y meridional. No se concibe un modelo político basado en ciudades-estado independientes, sino que se reorganiza todo el territorio en distritos y provincias, gobernados por los llamados «en-si«, dependientes y muy controlados por el poder central. La burocracia se complejiza considerablemente al llevarse el modelo económico redistributivo a una escala mucho mayor. Cada provincia estaba especializada en la entrega de distintos productos, que se redistribuían por las diversas ciudades de Mesopotamia e incluso hacia el comercio exterior. De ahí la importancia de la habilitación de una red de vías y de un sistema de correos que permitían la centralización de todos los productos y su redistribución.
Ur-Nammu estableció la ciudad de Ur como el centro del imperio donde erigió una muralla que rodeaba el recinto sagrado y reconstruyó el templo dedicado al dios Nanna, el denominado Zigurat de Ur. Para la conmemoración de la fundación del templo se realizó una estela que nos ha llegado muy fragmentada y que en la actualidad se conserva en el Museo de la Universidad de Pensilvania. La Estela de Ur-Nammu se organizaba en diferentes registros de carácter narrativo, recurriendo al modelo estético sumerio anterior al Dominio Acadio. En un fragmento de la Estela, aparece Ur-Nammu en el registro inferior llevando las herramientas necesarias para la construcción del primer ladrillo del templo. En el registro superior, sentado en un trono, aparece la representación de un dios con la tiara de cuernos rematada con un disco y sujetando con la mano derecha una cuerda enrollada y una vara de medir.
Para garantizar el buen funcionamiento de la economía y con el fin de aunar los criterios legales de todo su territorio, el rey sumerio elaboró un código de leyes, el Código de Ur-Nammu. Este código contiene leyes penales sobre asesinato, robo, adulterio, etc. y además regula todo aquello que era necesario para el funcionamiento del conjunto. Sin embargo, la muerte de Ur-Nammu en el campo de batalla contra los gutis, hizo que el Código fuese, en realidad, implementado por su hijo Shulgi.
10. El dios-rey y el rey-dios
Con el Dominio Acadio, el modelo sumerio de monarquía se transformó. Mientras que en el Periodo Dinástico Arcaico, la monarquía siguió un modelo de dios-rey, en el que el gobernante era tan sólo un intermediario entre el dios y la comunidad, con la entrada de los semitas al poder, la monarquía adquirió un modelo de rey-dios, es decir, una monarquía divinizada donde el rey no es tan sólo un intermediario sino una divinidad más.
La divinización de la monarquía apareció con el reinado de Naram-Sin (2254 a. C. – 2200 a. C.), quien se autoproclamó dios tras las numerosas victorias que consiguió y que permitieron la mayor expansión que el Imperio Acadio alcanzaría. Se adoptó por primera vez el modelo rey-dios y pese a que los sumerios no reconocían la divinización del rey, Shulgi (2093 a. C. – 2046 a. C.), hijo de Ur-Nammu, retomó este modelo.
Shulgi desarrolló el proyecto de estado que había trazado su padre Ur-Nammu, por lo que el Renacimiento Sumerio alcanzó su máximo apogeo. El reino se extendía desde el curso medio del Éufrates y la ciudad de Mari, hasta el Golfo Pérsico. A partir del año 2081 a. C., el nombre de Shulgi aparece escrito con el determinativo reservado a los dioses, por lo que a partir de ese momento tuvo que haber sido objeto de una divinización de manera similar a la de Naram-Sin. A su muerte, tras 47 años de reinado, se ofrecieron sacrificios en una forma de sacralización de la realeza. No obstante, el modelo rey-dios no volvió a ser utilizado por sus sucesores, sus hijos Amar-Sin (2046 a. C. – 2038 a. C.), Shu-Sin (2038 a. C. – 2026 a. C.) e Ibbi-Sin (2026 a. C. – 2004 a. C.). Con ellos se finalizó la Tercera Dinastía de Ur, y el Renacimiento Sumerio se desplomó ante los ataques de los nómadas amorreos, los elamitas y los nómadas de los montes Zagros.
Con la caída del Renacimiento Sumerio, Mesopotamia volvió a disgregarse en pequeñas ciudades-estado, las cuales significaron el fin definitivo a la historia sumeria. Poco a poco, el clima casi constante de guerra civil y la fragmentación territorial se fueron decantando hasta llegar a dirimir la supremacía política tan sólo unas pocas potencias, entre ellas, Isin, Larsa, Eshnunna, Assur y Babilonia.
Babilonia acabaría finalmente erigiéndose como la ciudad más importante bajo el reinado de Hammurabi (1792 a. C. – 1750 a. C.), sexto rey de la Primera Dinastía amorrea. Hammurabi consiguió erigir el Primer Imperio Babilónico que se mantuvo hasta el año 1595 a. C., cuando los casitas saquearon Babilonia y pusieron fin a la dinastía amorrea. El periodo de cinco siglos de duración, comprendido entre la caída del Renacimiento Sumerio (2004 a. C.) y la conquista de Babilonia por los casitas (1595 a. C.) se denomina Época Paleobabilónica.
11. Los códigos del Próximo Oriente
Con las reformas de Urukagina o el Código de Ur-Nammu, comienza a surgir en Mesopotamia una tradición regulativa a través de la cual se estructura la organización económica, territorial y social. Los excesos y abusos de poder surgidos por la corrupción del modelo económico redistributivo se atenúan mediante disposiciones que llevarán hacia un modelo económico mixto: el modelo redistributivo se complementa con la existencia de la propiedad privada y la tributación.
Sobre una base de normas elementales, con el tiempo se van añadiendo diferentes leyes específicas para regularizar necesidades del momento. Las nuevas normas se añaden al patrimonio jurídico común ya que en Próximo Oriente, las leyes tienen un carácter acumulativo. Así pues, el Código de Ur-Nammu o de Hammurabi, son sólo piezas de un conjunto de normas mucho más amplio.
Hammurabi fue el sexto rey de Babilonia durante la Época Paleobabilónica. En su reinado, desde el año 1792 a. C. al 1750 a. C., extendió el control de Babilonia sobre toda Mesopotamia, conformando así el Primer Imperio Babilonio. Hacia el año 1760 a. C., Hammurabi promulgó un nuevo conjunto de leyes babilónicas con el fin de ofrecer una defensa al débil frente al fuerte y corregir las desviaciones del sistema. El Código de Hammurabi se conserva en una estela de diorita de unos 2,25 metros de altura. Probablemente fue colocada en Babilonia en el Templo dedicado a Marduk, el dios babilónico principal que se correspondía con el dios acadio Shamash y con el dios sumerio Utu (dios del Sol y de la justicia). En la parte inferior de la estela se hallaba totalmente inscrita con escritura cuneiforme que recogía el conjunto de leyes, mientras que en la parte superior se dispone una escena que representa a Hammurabi de pie, ante el dios Marduk que le ofrece la vara de medir y una cuerda enrollada, símbolos de la autoridad del legislador. El rey aparece, por tanto, como transmisor de la justicia divina.
El Código de Hammurabi se basó en la aplicación de la ley del Talión, principio jurídico de justicia retributiva en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido. Los juicios eran de carácter voluntario, de modo que cualquiera que hubiese recibido un daño por un crimen cometido por alguien podía resarcirse aplicándole el castigo establecido por el código sin necesidad de que el culpable fuese juzgado. En caso de existir juicio, el veredicto se basaba en los testimonios personales y en documentos, aunque también se podía recurrir a ordalías o juicios divinos: se obligaba a la parte acusada a ser expuesta a una prueba en la que se ponía en peligro su vida y si conseguía sobrevivir era declarado inocente. Con el tiempo, también se obligaba a pasar por la prueba a los acusadores.
En el Código de Hammurabi, la mujer está equiparada con el hombre, regularizando una protección económica a viudas y repudiadas, algo que no aparece en ninguna legislación anterior ni posterior. La responsabilidad penal de un hombre y una mujer, está en general igualada.
Los babilonios adoptaron la religión sumeria aunque introdujeron ciertas singularidades como el dios babilónico Marduk, que se convirtió en el dios supremo nacional y patrón de la ciudad de Babilonia, reemplazando a Enlil. Por eso es el dios Marduk quien transmite a Hammurabi las leyes, tal y como aparece representado en la estela. No obstante, la religión babilónica era politeista, existiendo diversas deidades, héroes y criaturas mitológicas asimiladas de otras religiones. De la Época Paleobabilónica se ha conservado un relieve que representa a una deidad femenina, el denominado «Relieve de Burney» o «Relieve de la Reina de la Noche».
Esta placa de terracota se trata de un objeto religioso donde aparece representada una figura femenina tocada con una corona de cuernos en forma de tiara que indica su naturaleza divina. Existen algunos restos de pigmento de color ocre rojo en el cuerpo de la deidad, negro en las plumas de sus alas y en las lechuzas que la acompañan, y el color blanco en los leones sobre los que descansa. La diosa, al igual que Marduk en la Estela de Hammurabi, porta el símbolo formado por la vara y el anillo. Su rasgo más distintivo es la transformación de sus piernas en patas de ave rapaz y las alas que nacen de su espalda, aunque se desconoce con exactitud la divinidad representada. Probablemente se trate de una representación de la diosa del amor y de la guerra Ishtar, de la diosa del inframundo Ereshkigal, o de una criatura maligna como Lilitu.
12. Los comerciantes asirios: el «karum de Kanesh»
Tras la caída de la Tercera Dinastía de Ur, Mesopotamia se fragmentó en distintos reinos, enfrentados entre sí para conseguir la hegemonía de la región. En la zona meridional de Mesopotamia se impuso Babilonia mientras que en la parte septentrional dominó Asiria. Al ser el norte de Mesopotamia menos fértil que el sur, los asirios basaron su economía en el comercio de metales preciosos y textiles, formando colonias en Anatolia (actual Turquía). Este periodo se denomina Época Paleo-Asiria (1900 a. C. – 1393 a.C) que engloba el Primer Imperio Paleo-Asirio (1813 a. C – 1750 a. C.), la dominación Babilónica (1750 a. C. – 1732 a. C.) y la Dinastía de Adasi (1732 a. C. – 1451 a. C.).
Asiria aprovechó su estratégica posición, bien situada en las rutas comerciales procedentes del Este, para fomentar el comercio. Assur se convirtió en uno de los centros mercantiles más importantes de Mesopotamia. La red comercial de los asirios se extendió por toda Anatolia y norte de Siria a través de numerosos emporios. El centro de la red comercial entre el norte de Mesopotamia y Anatolia durante el primer cuarto del II milenio a. C. fue la antigua ciudad de Kanesh, desde donde los bienes asirios se redistribuían por toda la región. Las excavaciones arqueológicas en el lugar (cerca de la actual Kayseri) han sacado a la luz más de 23.000 documentos escritos en caracteres cuneiformes, conocidos como «tablillas capadocias». De su estudio se ha deducido que ya en el año 1950 a. C., los asirios habían constituido una vasta red comercial.
En Kanesh (posteriormente conocida como Kültepe y como Nesa en hitita), los asirios establecieron un asentamiento comercial, denominado karum («puerto» en asirio), donde construyeron monumentales estructuras administrativas y barrios residenciales para los comerciantes. El karum de Kanesh recibía estaño procedente de las minas de las altiplanicies iranias y textiles del sur de Mesopotamia a través de una caravana de asnos que cubrían el trayecto desde Assur. Tras seis semanas de viaje entre Assur y el karum, los comerciantes asirios (tamkarum) vendían el estaño por el doble de lo que habían pagado por él, mientras que con los textiles las ganancias podían hasta triplicarse.
Las tablillas de Kültepe-Kanesh representan el mayor conjunto de textos privados del Próximo Oriente conservado. Debido a la complejidad de las transacciones, se generaba una extensa documentación: contratos entre los comerciantes asirios de Kanesh, los transportistas que realizaban el trayecto entre Assur y Kanesh y los gestores; cartas entre los comerciantes de Kanesh y sus representantes en Assur, etc…
El karum de Kanesh era gobernado por un administrador de la ciudad de Assur, basándose en acuerdos fijados en tratados formales con los gobernadores de Anatolia. Los asirios llegaron a Anatolia como mercaderes, no como conquistadores. A pesar que las tradiciones políticas, sociales, culturales y religiosas eran muy diferentes entre Assur y Anatolia, ambas comunidades se beneficiaron del comercio y con el tiempo desarrollaron una relación más cercana.
13. La dureza proverbial de los asirios
Tras la caída del efímero Primer Imperio Babilonio formado por Hammurabi, se sucedió un periodo de invasiones y gran confusión por toda Mesopotamia. En el año 1595 a. C., Babilonia fue invadida y saqueada por los hititas, estableciéndose en el poder el pueblo no semítico de los casitas. Asiria, a su vez, se vio bajo el control de diversos invasores, como los mitani y los hititas. Hacia el año 1200 a. C., una oleada de pueblos procedentes de la península balcánica, conocidos como los Pueblos del Mar provocaron la caída del Imperio hitita y el debilitamiento del Imperio egipcio. Asiria fue capaz de resistir el empuje de estos pueblos gracias a un fuerte ejército que a partir de entonces se hizo famoso por su crueldad. Los asirios comenzaron una etapa de expansión con la conquista de diversos territorios, atacando y arrasando ciudades cuyos habitantes eran masacrados o deportados a Asiria como esclavos.
Este sistema de lucha y conquista llevó a la creación del Imperio Neo-Asirio (934 a.C. – 609 a.C.). Las pautas del dominio neo-asirio se basaban en la destrucción sistemática de las ciudades, saqueándolas y llevándose todo como botín. Comenzaban entonces la reconstrucción de la ciudad con esclavos deportados de otros territorios. El sistema de deportaciones eliminaba las capas dirigentes y permitía disponer de mano de obra totalmente dependiente. En ocasiones las deportaciones suponía el desplazamiento de miles de personas de un extremo a otro del Imperio, como por ejemplo desde la costa de Levante hasta los confines orientales del Imperio. Muchos perecían durante el trayecto, aunque el dato se ocultaba por parte de los soldados asirios encargados de la deportación para lucrarse con las raciones de comida previstas para ellos.
El Imperio Neo-Asirio llegó a dominar no sólo todos los territorios entre los ríos Tigris y Éufrates, sino que sus conquistas se extendieron desde el sureste de Anatolia hasta el Golfo Pérsico, incluyendo Fenicia, Chipre, Palestina o el Sinaí. Para los asirios, el arte se puso al servicio del poder y se convirtió en la herramienta política encargada de transmitir una imagen del soberano en el que éste mostraba su dominio absoluto ante los dioses y los hombres. En el año 879 a. C., Assurnasirpal II ordenó la remodelación urbanística de la ciudad de Kalakh (actual Nimrud), con la construcción de una acrópolis, un zigurat, una muralla y una residencia palaciega. El conjunto fue decorado mediante relieves que reflejaban a la monarquía como el regidor del destino del Imperio Asirio. Reproducían escenas de guerra y caza donde el rey era el protagonista, sustituyendo a los dioses en el papel de garantes del orden universal. La caza del león por parte del rey asirio tenía una función ritual, seguido de ofrendas y libaciones delante del altar de la divinidad. Los relieves de Kalakh son de una extraordinaria calidad representando con gran detalle el vestuario, cabellos, arneses de los caballos, etc.
Del palacio de Kalakh se han conservado numerosos relieves de gran calidad con representaciones también de divinidades, como los Apkallu, genios alados de origen sumerio que según la tradición mesopotámica, transmitieron las habilidades manuales y las normas de conducta a los hombres. Junto con estos genios protectores también se incluyeron en la entrada principal y en los accesos sus principales estancias del palacio, gigantescas figuras de animales fantásticos tallados en piedra, los denominados lamassus. Según la tradición mesopotámica, los lamassu eran considerados genios protectores, guardianes de las puertas. Estos seres que poseían cuerpo de toro o de león, cabeza humana y alas de águila, volvían su cara hacia quien los contemplaba, jugando con los puntos de vista del espectador. Su modelado y relieve reflejaban una figura de musculatura vigorosa, con detalles tallados con suma precisión.
Los relieves decorativos de los palacios asirios también reflejaron acontecimientos bélicos reales, resaltando la dureza que imponían sobre los vencidos. Las campañas bélicas del hijo de Assurnasirpal II, Salmansar III (859 a.C. – 824 a. C.), realizadas por Mesopotamia y la región sirio-palestina fueron representadas en una serie de relieves que decoraban la puerta del templo de la ciudad Imgur-Enlil (actual Balawat). Las imágenes, de gran crudeza, ilustran desmembramientos, empalamientos, decapitaciones y todo tipo de atrocidades que los asirios cometían con los pueblos conquistados, sirviendo como advertencia al resto de pueblos, en una especie de guerra psicológica.
14. La peculiaridad del estado imperial asirio
La construcción del gran Imperio Neo-Asirio se basó en la capacidad emprendedora de los comerciantes asirios, en el desarrollo de un ejército formidable y en el programa ideológico sobre el que se basó el Imperio. Los asirios heredaron de la tradición mesopotámica la identificación entre el estado y la divinidad, lo que potenció la necesidad de construir un Imperio universal, pues era voluntad del dios Assur. Era, por tanto, necesario arrasar y destruir ciudades no asirias, puesto que esto significaba también la desaparición de la divinidad que se opone a su dios.
La identificación entre estado y divinidad era tan fuerte que cuando en el año 717 a. C., Sargón II (722 a.C. – 705 a.C.) mandó construir una nueva ciudad, Dur-Sharrukin (actual Khorsabad), los asirios temieron que fuese una ofensa a Assur. En el año 705 a. C., Sargón II murió en una batalla contra el reino de Tabal quedando su cuerpo en manos del enemigo, un evento catastrófico para los asirios que consideraban trascendental la sepultura de sus difuntos. Esto fue concebido como un castigo divino por la construcción de Dur-Sharrukin, así que su hijo Senaquerib (704 a.C. – 681 a.C.), sucesor del rey, abandonó la ciudad y retiró su título de capital del estado asirio.
Senaquerib inició una expansión del Imperio hacia el sur, arrasando la ciudad de Babilonia tras un largo asedio. La ciudad quedó completamente arrasada y saqueada, llevándose incluso hasta Assur la estatua del dios Marduk, protector de Babilonia, hecho considerado como un enorme sacrilegio.
La máxima expansión del Imperio se consiguió en tiempos de Asurbanipal (668 a. C. – 627 a. C.), nieto de Senaquerib. Hacia el año 652 a. C., el Imperio se extendía desde los montes Zagros hasta Nubia. Sin embargo, su modelo de conquista, su insuficiente población para colonizar tan vasto territorio y la situación de su centro de poder en una región encajonada desde la cual resultaba difícil poder controlar el Imperio, provocaron su debilitamiento y su caída. A lo largo de sus trescientos años de existencia, el Imperio acumuló numerosos enemigos, cuya coalición acabó por aniquilar Asiria en muy poco tiempo.
Tras el reinado de Asurbanipal, disensiones internas en la familia real anticiparon un problema sucesorio entre hermanos que debilitó el poder imperial y sumó el Imperio en una guerra civil. La situación sería aprovechada, primero por una coalición sur-oriental encabezada por Nabopolasar y más tarde por el reino medo, que en su avance hacia el oeste alcanzó la propia ciudad de Assur en el año 614 a. C. Con ayuda de los elamitas y los caldeos, se constituyó un reino independiente al sur de la región que fue avanzando hacia el norte hasta alcanzar Nínive en el año 612 a. C. La ciudad sería destruida y sobre las ruinas de la capital del reino asirio-babilónico se levantaría la del nuevo Estado babilónico-caldeo. Tras la muerte de su último rey, Assur-Uballit II (612 a.C. – 609 a. C.), el estado asirio desapareció definitivamente.
En tan sólo unas décadas, el Imperio Neo-Asirio pasó de tener su mayor expansión territorial a desaparecer completamente, no sólo como Imperio sino también como estado. Este hecho impresionó mucho a los contemporáneos, difundiendo la idea del castigo divino reservado para quienes no tienen piedad con el vencido. Ninguno de los textos antiguos que hablan sobre la caída del Imperio Asirio expresan el más mínimo lamento por su destrucción.
15. Estructura de la sociedad babilónica
Con la caída del Imperio Asirio, comienza un nuevo periodo denominado Época Neo-Babilónica (625 a. C. – 539 a-C.). La configuración de este nuevo imperio fue obra de reyes de origen caldeo, como Nabucodonosor II (630 a. C. – 562 a.C.) que consiguió importantes victorias como la toma de la ciudad fenicia de Tiro o la ciudad de Jerusalén. Además, estableció la capital de este nuevo Imperio en Babilonia, que fue embellecida con una suntuosidad que se hizo proverbial en todo el mundo antiguo; construcciones monumentales como la fastuosa Puerta de Ishtar, sus gruesas murallas y numerosos templos en honor de Marduk, el dios protector de la ciudad.
La Puerta de Ishtar era la principal entrada monumental de la muralla interior de Babilonia. Detrás de la Puerta se disponía el palacio real y una vía procesional fortificada, de unos 20 metros de anchura que conducía hasta el centro de la ciudad en un recorrido de 250 metros. Tanto las paredes de la puerta como de la vía estaban adornadas con ladrillos vidriados de extraordinaria calidad en los que se representaban leones (símbolos de Ishtar, señora del cielo, diosa del amor y protectora del ejército), dragones (símbolo de Marduk, el dios de la ciudad), y toros (símbolo del dios de la tempestad Adad).
El templo más importante de la ciudad fue el Etemenanki (El templo de la creación del cielo y de la tierra), un zigurat dedicado a Marduk que fue reconstruido por Nabopolasar y Nabucodonosor II. Este zigurat estaba compuesto de siete pisos escalonados en cuya cúspide estaba la Esagila, santuario de la divinidad. El Etemenanki, identificado generalmente con la «Torre de Babel», fue probablemente utilizado también como un observatorio, pues la astrología tenía mucha importancia en Babilonia.
Los éxitos militares de Nabucodonosor II sirvieron tanto para legitimar su autoridad como para fortalecer el poder de la clase religiosa de Babilonia. Siguiendo la tradición mesopotámica, el Estado se basaba en la figura del «templo», institución a la que pertenecían grandes posesiones de tierras explotadas en régimen de arrendamiento por la población libre a cambio de un diezmo anual. El modelo de economía redistributivo de los milenios anteriores pervivía en cierto modo, aunque la tendencia a la privatización y la consolidación del derecho a la propiedad privada, habían transformado la sociedad.
La existencia de los templos como grandes centros económicos que seguían asumiendo el modelo de producir todo lo necesario para el consumo implicaba la existencia de administradores y numerosos funcionarios como escribas, adivinos, gente relacionada con los sacrificios, rituales, etc. Además, el templo contaba con un contingente militar, base del ejército, por lo que existía una auténtica corte y milicia que no producían y generaban muchos gastos. Las necesidades del templo no podían ser sufragadas con la explotación de las tierras que poseía sino que era necesario complementar los ingresos mediante los botines de guerra y las aportaciones exigidas a los súbditos.
El rey, poseedor de gran extensión de tierras, cedía por parcelas a su gente de confianza a cambio de una alta prestación militar que asegurase éxitos militares para adquirir una mayor expansión territorial del Imperio y por tanto conseguir botines y más súbditos a los que exigir tributos. A través de este modelo, se desarrolla la economía privada con una gran crecimiento del comercio.
Durante la Época Neo-Babilónica, los comerciantes trabajan en exclusiva para templos y palacios. Por un precio global, los comerciantes compran toda la producción de los templos, sacando un buen beneficio. El templo renuncia a las posibles ganancias a cambio de una cantidad de plata fija y segura iniciándose un proceso de privatización sin solución de continuidad. El palacio también es un gran cliente de los comerciantes, especialmente en el sector financiero pues los reyes babilónicos necesitaban de crédito para financiarse.
Sin embargo, la muerte de Nabucodonosor II, las disputas internas y las revueltas palaciegas acabaron con la vida de sus inmediatos sucesores. En el año 550 a. C., Ciro II, rey de Persia, inició su expansión hacia Occidente, venciendo la organización militar babilónica. Tras la toma de Babilonia por Ciro en el año 539 a.C. se puso fin a una época, cerrando un proceso milenario de reinos mesopotámicos.
16. La piedad y la culpa
La mentalidad religiosa mesopotámica fue evolucionando con el paso del tiempo. En el III milenio a. C., la tradición sumeria se basaba en el culto a las divinidades con el fin de que toda la comunidad pueda obtener su protección. Sin embargo, en la posterior Época Neo-Babilónica, aparecen nuevos conceptos vinculados con un carácter más individual. La acción de un individuo puede provocar el enfado de los dioses y el consiguiente castigo. Para los babilonios, el origen de ciertas enfermedades podría estar ocasionado por determinados pecados. Se genera una relación con las deidades vinculada con la superstición y la magia, en la que el individuo actúa a cambio de recibir piedad.
La mitología mesopotámica establecía que los dioses crearon a los humanos para que los alimentasen y realizasen los duros trabajos de labrar la tierra para lo cual era necesario construir y mantener limpios canales de riego. Con ello, el modelo redistributivo se sacraliza, pues los hombres tienen que entregar los alimentos al templo para cumplir su deber de alimentar a los dioses. El templo es el encargado de realizar sacrificios y ofrendas de alimentos a las divinidades y de redistribuir el resto entre la comunidad.
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